Lejos de pronunciar su imagen cándida y comercial, la portada y el editorial de Anne Hathaway para la revista W, son una oda la Alta Costura. Debo decir que es de los reportajes que más me han gustado de los últimos meses, nada que ver con la languidez insustancial y el sexy confuso de Penélope Cruz en números anteriores, más cerca de la reciente y fabulosa sesión de Kate Husdon.
Hathaway, que estos días se pasea por la alfombra roja del festival de Toronto, se confirma en las páginas de la revista como un icono chic y glamuroso que nada tiene que ver con esa chica mediática que ocupa las primeras planas de las revistas del corazón por sus desavenencias amorosas y sus etilismos street style.
Anne se muestra ante el objetivo de la cámara de Mario Sorrenti como una musa divina, condescendicente y extremada, vestida, entre otros, por Alexander McQueen, Chanel y Dior Haute Couture.
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