En el año 1979 se publicó uno de los primeros estudios que analizaba la influencia del número de juguetes sobre la forma de jugar de los niños. Para ello se establecieron tres grupos en el que los niños jugaban con 3, 12 ó 21 juguetes. Los niños que tenían solo 3 juguetes para ellos, dedicaban períodos de juego más largos. Sin embargo, en la actualidad, cada vez es mayor el promedio de juguetes en los niños.
La ciencia no tiene dudas: los niños deberían tener menos juguetes y existen varias razones para que nos sumemos, por ejemplo, a la regla de cuatro regalos de Reyes. Te contamos en qué afecta al desarrollo de los más pequeños de la casa tener demasiados juguetes.
Para mejorar el desarrollo infantil, menos juguetes es mucho mejor
Los niños tienen derecho a jugar, es algo reconocido en la Declaración de los Derechos del Niño de Naciones Unidas (ONU) desde 1959, porque el juego es una actividad fundamental para un buen desarrollo de los niños, pero juego no es aunque creamos lo contrario, un sinónimo de juguete. Jugar debe ser un momento divertido, desafiante y estimulante, que forme parte de la vida del pequeño. Es más, jugar es clave para apoyar el desarrollo intelectual y emocional del niño según explica el neuropsicólogo Álvaro Bilbao en su libro “El cerebro del niño explicado a los padres”.
El 52% por ciento de los niños menores de seis años usan los juguetes nuevos solo entre uno y siete días según el informe “Juego Infantil en España”, realizado por Aldi. Pero no es por esto por lo que los especialistas en crianza aconsejan reducir el número de juguetes que recibe un niño.
De hecho, el exceso de regalos sobreestimula a los niños y reduce su nivel de tolerancia a la frustración. Ya nos explicaba María Gómez, terapeuta infantil, que el síndrome del niño hiperregalado limita su fantasía, su pérdida de ilusión y desarrolla antivalores, pudiendo hasta provocar que tengan comportamientos egoístas y consumistas.
Los psicólogos infantiles aseguran que cuatro es el número ideal de regalos que los niños deberían recibir en Reyes, y solo uno de la carta: algo que hayan pedido, algo que necesiten, algo para leer y algo para ponerse.
Aunque en muchos momentos los padres se vean en una encrucijada y el niño termine abarrotado de juguetes en Navidad porque les regalan sus tíos, abuelos, padrinos y demás, lo cierto es que la ciencia ha demostrado con creces que menos es más. Según un estudio publicado en la revista "Infant Behavior and Development", una menor cantidad de juguetes puede ayudar a los niños pequeños a concentrarse más en el juego y jugar de forma más creativa. Es decir, si el niño tiene demasiados juguetes a su alcance, terminará por reducirse su nivel de concentración y saltará de uno a otro sin llegar a involucrarse profundamente en ninguno de ellos, lo que afecta a la creatividad.
El estudio demuestra que aquellos niños que aprenden a jugar con pocos juguetes desarrollan una imaginación mayor, pero no es lo único. Según este trabajo de Sandra Russ, profesora en la Washington University en St. Louis (Estados Unidos) y publicado en la revista Creativity Research Journal afirmaba que jugar con menos juguetes hace que los niños sean son capaces de encontrar ideas creativas explorando distintas soluciones. Y afirmaba en The Conversation que "los niños que demuestran mejores habilidades para contar historias en el juego imaginativo también muestran un mejor pensamiento divergente".
Los niños que tienen menor cantidad de juguetes son capaces de crear más posibilidades con ellos, haciendo que el juego sea más rico e imaginativo. Y un último dato: cuanto más hace el juguete, menos se activa el cerebro del niño tal y como asegura la Asociación Americana de Pediatría.
Nos falta jugar al aire libre
Además, nos falta jugar más al aire libre. Según un informe del Instituto Tecnológico del Producto Infantil y el Ocio (AIJU) el 45% de los niños juegan al aire libre menos tiempo del recomendado por los expertos. De hecho se ha concluido que en España existe una evolución desde la infancia hacia un estilo de vida sedentario, con falta de juego y un consumo excesivo de pantallas.
Esta tendencia, en la que se ve reducido el juego al aire libre, se relaciona con un aumento del Índice de masa corporal (IMC) que puede conducir al sobrepeso en niños, y el tiempo excesivo de pantallas se asocia a comportamientos de agresividad, déficit de atención, e hiperactividad, así como con peor función ejecutiva, desarrollo cognitivo y obesidad.
El juego al aire libre, según los expertos de AIJU, no solo fomenta la actividad física, también se relaciona con una alimentación más saludable, reduce los síntomas de depresión, mejora el rendimiento académico, facilita la sociabilidad y mejora la imaginación, la memoria y la autoconfianza.
Lo que hace felices a los niños no son los juguetes
Menos juguetes y más juegos con los niños. Esa es la auténtica clave de la felicidad. Pensamos que muchos regalos hará felices a nuestros hijos, pero lo cierto es que el hábito que ayuda a los niños a ser más felices es pasar tiempo de calidad con sus padres, algo que la Universidad de Harvard demostraba con su Harvard Study of Adult Development.
Como padres, enseñar a los niños a ser felices y a disfrutar de la vida a través del juego, es una fórmula infalible para que cuando sean adultos, sean adultos felices. Y para eso, alejarnos de una excesiva cantidad de juguetes es, según la ciencia, lo mejor que podemos hacer por nuestros pequeños.
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