Uno de los campos de batalla en los que el feminismo de Estados Unidos lleva años luchando es el de los apellidos. En ese país, la mujer suele adoptar el apellido del marido al casarse (aunque cada vez es más común que mantenga el propio o se opte por una solución intermedia) y los hijos reciben, por lo tanto, solo el apellido paterno. Muchas familias se rebelan contra esta situación por considerarla sexista, y parecen haber encontrado una solución intermedia en las fusiones de apellidos. Algo así como si los Brangelina o los Kimye se hicieran realidad en aras de la igualdad.
La nueva fórmula toma partes de los apellidos de ambos progenitores y los une creando una nueva palabra. Según publica Glamour, es el caso de Sydney Skybetter, cuyos padres se apellidan Skylar y Ledbetter. Su caso es pionero en el país, ya que la decisión de fusionar sus apellidos (así como de darle un nombre no marcado genéricamente) la tomaron sus padres en 1982. Él siguió la tradición al dar a sus propios hijos el apellido Skyado, resultado de la unión del suyo con el de su esposa (Alvarado).
Cada vez son más las parejas que optan por esta opción, que no mantiene el apellido paterno ni crea una nueva estirpe con el materno, sino que busca una opción que considera que mantiene mejor la equidad. Hammonaco, procedente de LoMonaco y Hammond; Wongchenko, de Boychenko y Wong; Stilestein, de Stiles y Rottenstein; o Kein, que une los Kopa y Schein de sus progenitores, son algunos de los ejemplos que se mencionan de una nueva tendencia que quizá acabe extendiéndose al resto de países en los que el apellido paterno aún tiene prioridad.
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