Quien haya cuidado alguna vez de un cachorro sabrá lo delicados que pueden llegar a ser. Sobre todo, una de las principales amenazas a las que se enfrentan es al Parvovirus., que es causante de la principal enfermedad vírica canina y, que como explican los expertos de Neutro, "es muy grave, potencialmente letal y especialmente alarmante en cachorros". No obstante también puede atacar a perros adultos inmunodeprimidos que no hayan sido vacunados. Escuchamos a expertos de Survet, Hospital Veterinario especializado en Emergencias, Cuidados Intensivos y Referencias veterinarias de Barcelona, y a dueños cuyas mascotas han pasado por esta afección para aprender y prevenir con su experiencia.
Síntomas de la Parvovirosis
Hace un año, a Rubén y su pareja le regalaron a una cachorra de labrador de una camada que acababa de nacer. Cuando llegó a su casa, tenía pocas semanas de vida y estaba recién destetada así que todavía no había sido vacunada. La mala suerte quiso que ya, durante la tarde del primer día en su nuevo hogar, la perrita empezara a mostrar síntomas de que algo no andaba bien:
"Hacía unas cacas muy feas pero la diarrea en cachorros puede ser una consecuencia normal ante un cambio", nos cuenta por teléfono Rubén. Sin embargo, las cosas se pusieron serias cuando también dejó de comer y beber: "Comer, beber, jugar y dormir es la vida de los cachorros, si falla una, algo pasa", advierte nuestro testimonio.
Aunque, en ocasiones, la enfermedad puede darse sin ir asociada a síntomas (sobre todo, en perros adultos, que resisten mejor), tal y como explican los expertos, la Parvovirosis suele manifiestarse clínicamente como diarrea sanguinolenta y maloliente, junto con un deterioro del estado general del animal. Y es que, por lo general, el virus ataca primero al tejido linfático y al intestinal.
No obstante, advierten de que, además de la diarrea, la variedad de síntomas que pueden llegar a aparecer son: vómitos, fiebre, falta de apetito y decaimiento, apatía y/o letargo, depresión, pérdida de peso, dolor a la palpación de abdomen y, en casos más graves, deshidratación.
Precisamente, fue el miedo a la deshidratación lo que hizo a Rubén llevar corriendo a la perrita al veterinario tras percatarse de que tenías las encías blanquecinas en lugar de rosadas. En condiciones normales, los sanitarios realizan para el diagnóstico un análisis de sangre, aunque también es posible realizar un test rápido de antígenos en las heces. En esta ocasión, el pronóstico era tan grave que los derivaron directamente a un hospital y, una vez ingresada, la cachorrs entró a cuidados intensivos.
Contagio
Los profesionales consultados consideran el Parvovirus muy contagioso. Nos cuentan que su periodo de incubación es corto (entre cinco y diez días) y que se contagia mediante contacto oral/nasal directo con un perro infectado, a través de las heces de perros infectados y también vía intrauterina (es decir, de madre infectada a cachorros durante el embarazo).
Tratamiento
Desgraciadamente, nos cuentan que no existe un tratamiento que combata directamente el virus: aunque es necesaria terapia antibiótica, el tratamiento se enfoca a paliar las consecuencias de la enfermedad y en ayudar al sistema inmunitario del perro.
Lo "jodido" que es el virus lo sabe bien Rubén. Hay muy pocos cachorros que se salven y el suyo no fue uno de ellos. A raíz de su experiencia, no obstante, ha aprendido que los que sí se salvan, se recuperan muy rápido: "En tres o cuatro días ya se empeiza a ver una mejoría y de ahí van para arriba", nos dice. Sin embargo, su perrita sufría muchos altibajos y, cuando parecía que empezaba a comer y a beber, le daba otra vez el bajón.
Estuvieron así un par de semanas, con todo el sufrimiento que supone para el animal y lo que conlleva a nivel monetario un ingreso hospitalario. Por lo que, a quienes se encuentren en una situación parecida, nuestro testimonio recomienda que "si a los pocos días el perro no mejora, tengan la sangre fría de no seguir adelante aunque sea muy duro. Al fin y al cabo, las mejorías en mi perrita se debían solo a los chutes de medicación y vitaminas pero, en realidad, no estaba venciendo la enfermedad".
Un día, los veterinarios llamaron a Rubén para contarle que acababan de reanimarla otra vez tras sufrir una nueva crisis y tuvo que tomar una decisión. Pidió al hospital que la dejaran irse y que no la reanimaran si volvía a suceder. Unas horas después la sedaron para que dejara de sufrir.
Prevención
Los expertos coinciden en que la mejor manera de combatir el contagio es a través de la vacunación de los cachorros. De hecho, Pepa, otra dueña cuyo perro también pasó la enfermedad, nos cuenta que Dobby la pasó justo justo antes de ser adoptado y sobrevivió. Aún así sigue vacunándolo siguiendo el calendario habitual. Tuvo suerte y la única secuela que le ha quedado de la enfermedad es psicológica, debido a que tuvo que estar aislado para no contagiar a sus hermanos en un momento crucial de su desarrollo social.
El Parvovirus es tan contagioso que los veterinarios le dijeron a Rubén y a su pareja que no volvieran a adoptar otro perro hasta pasado un año, ya que "el virus aguanta muy bien en superficies". Además, en una casa en la que ha entrado este organismo, hay que limpiar todo con lejía a fondo y, "sobre todo, tirar cualquier objeto con el que haya estado en contacto el perro: cama, bebederos, juguetes...", nos explica Rubén que, por cierto, pasado un tiempo prudencial, adoptó otro cachorro y, a día de hoy, es un perro sano y feliz.
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