Las gambas al ajillo son un clásico del recetario de la gastronomía española y, además, están también muy presentes en el de la Navidad. Aunque, si nuestro presupuesto no nos permite este tipo de lujos, podemos utilizar gambas congeladas. Bien preparadas no tienen por qué envidiarle nada a unas frescas, aunque no sea lo mismo. Por otro lado, si os gustan muy picantes, solo tenéis que añadir dos guindillas en vez de una.
En el caso de que utilicemos gambas frescas y/o no están peladas, empezamos sacándole la cabeza y cola pero dejando la cáscara del cuerpo (aunque esto va en gustos). Después (y este paso ya aplica también a quienes vayan a cocinar con crustáceos congelados) ponemos las gambas en un cuenco y las cubrimos con agua, echamos un buen chorro de vino blanco y las dejamos reposar durante dos horas.
En una cazuela de barro, preferiblemente, ponemos un poco de aceite de oliva con la guindilla, calentamos y doramos los dientes de ajo laminados. Echamos las gambas escurridas, subimos el fuego y agregamos un poco del caldo donde han estado a remojo. Si fuese necesario, añadimos más caldo pero es algo que queda totalmente a nuestra elección. Salamos al gusto y servimos inmediatamente en cuanto estén en su punto de cocción.
Las gambas al ajillo se sirven muy calientes, prácticamente hirviendo. Así es como deben llevarse a la mesa y teniendo la precaución de taparlas con un plato, por ejemplo, para evitar salpicaduras de aceite. Las podemos acompañar de un vino blanco fresquito a nuestro gusto.
Graupera: Cazuela de barro Graupera
Nota: algunos de los enlaces de este artículo son afiliados y pueden reportar un beneficio a Trendencias.
Fotos | Directo al paladar
En Trendencias | Cómo cocer langostinos y gambas para que queden perfectos: tiempos y trucos de preparación para triunfar esta Navidad
En Trendencias | Pan de verdad: 15 panaderías artesanales de Madrid donde comprarlo