El verano es la estación de los bikinis, las playas, las vacaciones y la desconexión. Es la estación de los festivales de música, de la sandía fresquita y también del gazpacho.
En esta época del año tenemos muchas frutas pero es también el mejor momento para comer calabacines, una verdura que se ha ganado un hueco en nuestras cocinas por su versatilidad.
Esta vez la receta no podía ser más fácil, y tiene un toque italiano que os encanta. Creerás que la nonna que nunca tuviste en la Toscana ha preparado estos buñuelos de calabacín y parmesano que, una vez que los pruebes, no te limitarás a hacerlos en verano.
La clave de conseguir un acabado crujiente es tener un poco de paciencia para que el calabacín pierda el exceso de agua. Para ello rallamos con un rallador grueso como este, y sazonamos ligeramente el calabacín para colocarlo sobre un escurridor unos 20 minutos Truco: coloca el escurridor sobre un bol para aprovechar todo ese líquido que pierda el calabacín añadiéndolo a cualquier crema fría como un salmorejo de calabacín.
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Mezclamos el huevo, el diente de ajo rallado, las hierbas picadas (el tomillo y el romero) y el parmesano rallado. Batimos ligeramente y añadimos el calabacín, que antes de incorporarlo presionaremos hasta que quede lo más seco posible. Cuando esté todo integrado, añadimos la harina, el panko, el pan rallado y una pizca de pimienta negra.
En una sartén caliente con un poco de aceite vamos friendo la mezcla hasta que se dore por ambos lados (podemos aplastarlas con una espátula para conseguir la forma como en la foto). Una vez cocinados, espolvoreamos con más parmesano y servimos cuando aún están calientes.
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Una receta que podemos usar como el clásico entrante y acompañar con una crême fraiche o un poco de salsa de yogur, por ejemplo, o usar como plato principal en una cena. Quedan crujientes, aromáticos y están llenos de sabor. Garantizado.
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Fotos | Directo al paladar