Qué gusto da cuando llega la Semana Santa y las confiterías y las cocinas se impregnan con el olor a torrija. Es un postre que está riquísimo y que llevamos todo el año esperando para volver a degustar así que no hay por qué cortarse en probar distintas recetas e incluso organizar una cata. Podemos prepararlas en su versión más saludable, exprés o reducir el aceite y apostar por la leche si nos gustan más cremosas. Esta receta es propia y personal de los expertos de Directo al paladar y su secreto reside en cortar el pan más fino que de costumbre y empapar las torrijas en leche con canela y limón muy poco a poco.
En primer lugar, calentamos el litro de leche con las dos ramas de canela y dos trozos de limón sin que llegue a hervir. Ponemos una cucharada grande de azúcar y apartamos unos 100 ml de leche en otro recipiente para enfriar del todo. Dejamos también en reposo la leche del cazo.
Mientras se infusiona la leche, cortamos el pan en rodajas más finas de lo habitual. Poco menos de un centímetro aproximadamente. Después las colocamos en una fuente alargada.
Pasada media hora, comprobamos que la leche del cazo se haya templado pero que esté todavía caliente. Regamos entonces las rodajas de pan que hemos colocado en la fuente. Hay que hacerlo despacio y con mucho cuidado para que el pan se empape de leche, pero no se exceda.
Transcurrido todo este tiempo, los 100 ml de leche que apartamos al principio deberían estar ya a temperatura ambiente. Esto es importante para que no se cuajen los tres huevos que batiremos con la leche a continuación. Así que, si ves que no ha enfriado del todo, añade una cucharada grande de leche muy fría.
Echamos un chorrito de aceite en una plancha y, mientras se calienta, vamos rebozando el pan por la mezcla de leche y huevo. Después lo ponemos en la plancha, donde le damos la vuelta en unos minutos. Por último, colocamos las rodajas en un recipiente plano para espolvorearlas con azúcar y canela. A diferencia de las torrijas fritas, no tendremos que poner estas sobre papel de cocina para escurrir el aceite.
Estas torrijas a la plancha son una experiencia religiosa con un poco de nata montada y fresas cortadas o con un delicioso helado de vainilla o café. Aunque si te quedan ganas de seguir en la cocina, también puedes regarlas con natillas ligeras de vainilla.
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