La cocina italiana es una delicia en todas su facetas, no solo la pasta y las recetas saladas. Los dulces tampoco se quedan atrás. Un buen ejemplo es esta Torta della nonna, que traducido viene a ser el pastel o tarta de la abuela. No obstante, no hay que confundirse porque no se parece a lo que en España conocemos como tal. Se trata de un postre de tradición toscana y de origen aretino-florentino. Es una de las recetas más queridas en Italia. Hay dos maneras: una en la que los piñones se añaden directamente a la capa de crema y esta, que se considera la versión original. La crema se cubre con una capa adicional de masa quebrada, para obtener un relleno todavía más cremoso y sedoso, añadiendo posteriormente los piñones por encima.
Empezamos preparando la crema pastelera y, para ello, vertemos la leche en un cazo. Añadimos el extracto de vainilla y calentamos a fuego medio y llevamos a ebullición. Una vez que esté hirviendo, la apartamos del fuego y dejamos que repose unos 10 minutos.
Para el siguiente paso, ponemos las yemas en un bol, añadimos el azúcar y la Maicena y mezclamos con unas varillas. Después, añadimos la leche poco a poco a la mezcla de yemas, azúcar y Maicena. La forma de hacerlo es añadiendo una pequeña cantidad de leche al principio y removiendo continuamente para evitar que se formen grumos.
Cuando la mezcla se vuelva más líquida la añadimos el resto de la leche y removemos bien. La volvemos a llevar al fuego y cocemos la mezcla a fuego lento hasta que comience a espesar. Entonces la traspasamos a un recipiente limpio, la cubrimos con film transparente y la dejamos enfriar completamente. Este film lo colocaremos tocando la crema porque, de este modo, mientras se enfría, evitaremos que se forme una capa seca en la superficie.
Para hacer la masa, ponemos la harina, la mantequilla cortada, el azúcar, los huevos y el polvo de hornear Royal en un procesador de alimentos montado con las cuchillas o en un bol, en su defecto, hasta obtener una masa. Pasamos la mezcla a un bol grande y empezamos a amasar con las manos hasta que, poco a poco, se vaya uniendo. Si nos queda seca podemos añadirle un poco de agua fría (no más de una cucharada) hasta que podamos formar una bola con la masa.
Pasamos la masa a una superficie de trabajo y la amasamos hasta que los ingredientes estén completamente integrados. Cubrimos la masa con film transparente y la dejamos reposar en la nevera durante unos 30 minutos. Una vez pasado el tiempo de reposo, sacamos la masa del frigorífico y la dividimos en dos partes. Eso sí, una mitad tiene que ser un poco más grande que la otra. Con la más grande haremos la base de la tarta.
Estiramos la masa entre dos trozos de papel de horno hasta que podamos cubrir la superficie de un molde de tarta rizado desmontable de unos 25 cm. Engrasamos el molde con mantequilla y espolvoreamos toda la superficie con harina. Le damos la vuelta para eliminar el exceso de harina. Después, enrollamos la masa en el rodillo y la desenrollamos encima del molde. Con los dedos le damos la forma a la masa adaptándola al molde.
Rellenamos la base con la crema pastelera. Estiramos la otra mitad de masa y cubrimos la tarta con ella. Cortamos el exceso de masa y cerramos los bordes con los dedos, doblándolos hacia adentro. Por último, cocemos en el horno a 170 °Centígrados durante 40 minutos. Desmoldamos y dejamos enfriar completamente encima de una rejilla. Finalmente, espolvoreamos con azúcar glas antes de servir.
Fotos | Directo al paladar
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