¡Está claro que yo tendría que haber nacido en otra época! Cuando he visto los nuevos modelos de relojes que presenta la marca Baume & Mercier, tan planitos, tan sobrios, con esa preciosa correa de cocodrilo ¡me he enamorado! El caso es que me recuerdan mucho a uno que tenía mi padre. ¿Dónde andará aquel reloj?
Me divierte mucho la idea de que exista el mismo modelo para él y para ella. ¿No me digáis que no resulta poético eso de usar un mismo modelo de reloj para que nos acompañe en los momentos señalados de nuestra vida. Además, existe la posibilidad de personalizar cada ejemplar.
Al reloj en cuestión lo han llamado Classima. ¿Un acrónimo entre grande classe y máxima? ¡Quién sabe!, ¿por qué no? Se trata de un reloj de cuarzo en dos tamaños. Personalmente creo que los relojes planos tienen mucho más mérito que lo mega tochos, ya que para los maestros artesanos relojeros resulta mucho más trabajar en ellos. Por eso mismo, son sus preferidos pues les permiten mostrar la exquisitez de su talento y de su savoir faire.
A lo largo de su historia, Baume & Mercier ha fabricado buen número de guardatiempos - que es como los expertos llaman a los relojes -, extraplanos. En 1965 presentó un reloj de pulsera de oro gris con un calibre automático que albergaba un microrrotor. Esta pieza es hoy todo un clásico. Se conserva en la Colección Museo de la Casa.
El nuevo Classima consta de caja de acero pulido de 42 mm de diámetro, esfera satinada con números romanos y finos índices dorados, y su correa es de aligator (que es una variante del cocodrilo). Su calibre de cuarzo, de fabricación suiza, no exige mantenimiento particular (sólo tratarlo con cariñito). Me gusta que sea tan minimalista, que vaya directo a lo esencial. Es de esas elegancias sobrias y atemporales que nunca pasan de moda.
¡Precioso!
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