¿Quién no ha visto una foto de un plato de comida que le han dado ganas de zampar? Y, sin embargo, puede que cuando tú quieras hacer una foto similar, lo que veas no se parezca a lo que habías imaginado.
No te preocupes: si lo que quieres es hacer unas fotos de comida tan apetitosa como el propio plato, aquí te vamos a dar una serie de consejos ofrecidos por un fotógrafo profesional.
La luz es siempre la clave
Ramón González de la Torre, fotógrafo de Contracorriente y pintor, nos explica que fotografiar comida no es algo distinto al resto de fotografía en cuanto a la luz. Es decir, "no hay una fórmula específica en cuanto a la utilizar de flash o no hacerlo".
Sin embargo, dado que se trata de un sujeto estático "facilita mucho hacer exposiciones largas (con trípode) con las que podremos aprovechar cualquier tipo de luz. Si no dominamos bien el flash o no disponemos de equipo que merezca la pena, siempre podremos utilizar la iluminación “natural” de nuestro entorno aunque tenga poca intensidad".
Así pues, y aunque la luz es siempre uno de los factores más importantes en toda fotografía, cuando estamos tomando imágenes de comida "la luz natural no es ni mejor ni peor" que la artificial. Eso sí, en caso de optar por utilizar luz natural "lo ideal es que no sea luz del sol directa. Aunque el tamaño de la fuente de luz (el sol) es enorme, la gran distancia que nos separa de él lo convierte en una fuente de luz pequeña en relación con el sujeto y, por lo tanto, creará sombras muy duras".
Sin embargo, en días nublados podremos aprovecharnos de sombras más suaves y, en cualquier caso, "siempre podemos tamizar una luz demasiado dura con unos simples visillos".
Cómo colocar tu plato
Pero, ¿por dónde debe dar la luz a la comida para que quede perfecta? No en vano, la orientación de la luz es otro de los factores importantes a la hora de iluminar. "En caso de trabajar con luz artificial podremos modificar el ángulo desde el que incide sobre el alimento, de forma sencilla, simplemente cambiando la posición de la fuente de luz. En caso de utilizar luz natural no queda más remedio que cambiar la posición del alimento con respecto a la luz".
Lo realmente importante es la orientación de la luz con el ángulo desde el que hagamos la foto
Así pues, lo realmente importante es la orientación de la luz con el ángulo desde el que hagamos la fotografía.
"Para entenderlo basta con recordar esas fotos con flash que realizamos cuando somos principiantes. No es extraño ver una foto hecha con el flash incorporado en la cámara en la que todo aparece excesivamente plano. El motivo es que las sombras quedan ocultas para la cámara. Al arrojar luz desde el mismo lugar (o muy cercano) al punto desde el que hacemos la foto, no podemos ver las sombras aunque si están", explica este fotógrafo profesional.
Más que color, temperatura
Si la comida muchas veces nos entra por los ojos, ¿es importante el color que tienen para que nos resulte tan apetecible? Pues sí, pero en opinión de González de la Torre, aunque el colorido de los ingredientes puede ayudarnos a conseguir fotografías espectaculares "debemos prestar mucha atención a la temperatura de la luz".
Este experto nos explica que, normalmente, una luz más cálida o más fría y su correspondiente balance de blancos pueden "modificar de forma dramática el resultado". Si esto es así en términos generales, en el caso de la fotografía de alimentos es mucho más importante. "En función de la temperatura de la luz podremos crear un ambiente u otro en función de las necesidades".
Eso sí, no hay alimentos más fáciles o difíciles de fotografiar, a excepción de aquellos que son rápidamente perecederos. Por eso, "para fotografiar un helado o una copa de un cóctel con hielos es frecuente utilizar productos simulados como hielos de metacrilato o puré de patata teñido".
En una foto de comida, nada se deja a la improvisación: los alimentos, su orden, la vajilla, el fondo...
En muchas ocasiones no queda más remedio que recurrir a materiales ficticios ya que "los alimentos reales no aguantarían el tiempo de una sesión de fotos", nos detalla este fotógrafo.
No obstante, cada vez son más los fotógrafos que prefieren utilizar "materiales reales” aunque siempre tras una selección de las mejores unidades y, en algunos casos, convenientemente preparados.
El orden de los factores sí altera el producto
Y si importante es el color, trascendental es también la colocación de los alimentos en el plato. Porque, efectivamente, nada se deja a la improvisación cuando se fotografía de manera profesional un producto alimenticio.
Todos hemos hecho alguna vez el comentario al entrar en un restaurante de hamburguesas de que lo que vemos en la foto no tiene nada que ver con lo que nos ponen en el plato. Aunque parezca mentira," en muchas ocasiones lo que se fotografía es realmente el mismo producto que se vende pero tratado con cuidado y en algunos casos decorado", explica Ramón González de la Torre.
Pero si no quieres “mentir” al público al que dirijas tus fotografías, lo que debes hacer es seleccionar muy bien el producto. "Igual tienes que comprar dos kilos de fresón para conseguir la foto perfecta de tu copa de fresón con nata: seguro que en esos dos kilos encontrarás más de 8 o 9 fresones “perfectos”. Una vez seleccionados, debes colocarlos con cuidado estudiando la composición y las luces y sombras que se crean".
Cuida el entorno
Si te fijas bien, la estética de las fotos de comidas está muy cuidada. Y, aunque el protagonismo debe recaer en el alimento, todo lo que acompaña a la imagen también debe estar medido casi al milímetro.
Como nos recuerda nuestro fotógrafo, uno de los detalles más importantes que los buenos fotógrafos no dejan nunca al azar es el fondo de la fotografía. "Elegir un fondo adecuado e iluminarlo correctamente marca siempre la diferencia entre una foto buena y una mala", asegura.
En el caso de la fotografía de alimentos esto no es menos importante. De hecho, "tanto la vajilla que se utilice como los elementos de atrezzo son claves para conseguir un ambiente adecuado".
Hazte con una buena cámara
Evidentemente, cuanto mejor sea la cámara con la que hagas tus fotos, mejores resultados obtendrás. Y si tienes dos en una, los resultados serán aún más brillantes y apetecibles.
De hecho, el Asus ZenFone4 cuenta precisamente con un sistema de cámara doble y un sensor Sony IMX362 para una mejor captura de las imágenes en su cámara principal e 12 MP. Además, la lente tiene una apertura F1.8, que permite que las fotografías sean 5 veces más brillantes y nítidas con poca luz. y una segunda lente que permite capturar imágenes de 120 grados.
Además, este smartphone también dispone de estabilizador de imagen óptico (OIS), lo que te permite tomar imágenes enfocadas con una exposición 3 veces más larga que las cámaras sin OIS (1/4 segundos).