El sector de la moda está siendo uno de los más castigados por la pandemia, con grandes pérdidas que han llevado a cierres y cambios de estrategias. Un país destaca por encima del resto y ese es Reino Unido, con una industria que acapara titulares sobre su colapso. Te contamos todas las claves para comprender la crisis de la moda inglesa, desde el Covid-19 hasta el Brexit.
La pandemia, el confinamiento y el efecto Covid-19 en la moda inglesa
La crisis sanitaria ha tenido efectos colosales en la industria de la moda. Los confinamientos, el riesgo de las multitudes y la recomendación de quedarse en casa han hecho mella en los bolsillos de las marcas de moda, que han visto sus beneficios muy reducidos. Esto ha ocurrido a nivel global y Reino Unido no es ajeno a ello.
A los cierres de establecimientos no esenciales se suma también la pérdida de empleos masiva que ha tenido lugar en 2020 y que ha obligado a un millón de ingleses a pedir ayudas por paro. Sin tiendas en las que consumir ni dinero que gastar no es sorpresa que las firmas de moda tengan caídas financieras que, en el caso de Reino Unido, se estiman en 30 billones de libras. Esto es una caída de casi un 9% en su aportación al PIB del país.
El brexit, un duro golpe para la industria fashion anglosajona
La salida de la Unión Europea viene acompaña de incertidumbre para una industria ya debilitada por la crisis del coronavirus. La principal preocupación es la caída de las exportaciones a la UE, considerado el mayor mercado de Reino Unido y a donde se envía un 80% de la ropa inglesa. Este enorme foco de ventas se tambalea ante la posibilidad de nuevos aranceles que encarezcan materias primas, eliminen subvenciones europeas, ralenticen producción y eleven los precios finales.
Todas las firmas anglosajonas siguen esperando que llegue un acuerdo de libre mercado que evite estos aranceles en las fronteras y que les salve, a muchos, de la ruina. Un tratado que aún se sigue negociando, pero que podría tardar años en salir adelante, si es que sale. Y si al final no lo hiciera las marcas de moda tendrán que pagar aranceles y gastos administrativos de hasta 150.000 libras al año.
El auge de la moda online: Asos y Boohoo toman el control
El confinamiento disparó las ventas online y demostró a las marcas que la apuesta ganadora está en Internet, un lugar donde no hay que pagar alquiler por tener una tienda física en una calle de moda. A eso se ha sumado la digitalización total de la industria, desde desfiles hasta presentaciones que han encontrado un nuevo espacio en la nube.
El e-commerce lleva ya gestándose más de una década, pero la crisis del Covid-19 ha acelerado el cambio. Estamos en la era del online como nunca antes habíamos conocido y Reino Unido ha levantado grandes titanes para dirigirla. Se llaman Asos y Boohoo y entre los dos se han repartido los restos de la moda anglosajona, comprando Topshop, Miss Selfridge, Burton, Doroty Perkins, Wallis y Debenhams.
Los primeros resultados se hacen notar: la crisis de Oxford Street
El desastre de Oxford Street es el resultado de todos los factores anteriores acumulados. Comienza por meses de tiendas cerradas y de ausencia de turistas que arruinan a las marcas e imposibilitan pagar algunos de los alquileres más elevados del mundo. A ello se suma la incertidumbre del brexit, que ha propiciado que muchas firmas tiren la toalla y se vendan al mejor post. En el caso inglés, Asos o Boohoo.
Oxford Street ya había sufrido hace tiempo las consecuencias de la gentrificación y de la concentración de empresas multimillonarias, muchas de ellas del grupo Arcadia (Topshop, Burtin, Wallis, Dorothy Perkins y Miss Selfridge). Por eso, ahora que este entramado empresarial ha colapsado y vendido todas sus tiendas el resultado se hace notar en la calle del shopping londinense, donde el cartel de "cerrado" se repite incesantemente.
Ver una de las principales calles de compras del mundo desolada es solo la punta del iceberg. Aún es pronto para conocer las verdaderas consecuencias de esta crisis de la industria, que afectarán a la economía del país, que propiciarán la desaparición de unos 240.000 puestos de trabajo y que cambiará el mapa de Londres tal y como lo conocemos.