Cuando alguien intenta predecir el futuro, ya sea en una película o en una colección, normalmente se excede. Volamos en el año 2000, comemos a base de pastillas en el 2020 o vivimos bajo una gran ojo de Gran Hermano en 1984. Las odiseas en el espacio pueden estar centradas en el año 2001 o en el 2033 pero es difícil adivinar lo que ocurrirá. Lacoste se ha aventurado en el espacio, en el tiempo y en el futuro. Y si en el futuro vestimos así, encantada.
El tenis y sus polos, sus colores y sus formas y las canchas de tenis que pueblan las zonas ricas en los años 30, han sido el leit motiv de la colección, cómo no, pero vistos desde un prisma diferente. La nueva colección de Felipe Oliveira Baptista para la firma es una vuelta al pasado minimalista de las líneas más puras y los colores más fríos y espaciales mezclado con un sabor futurista. El polo de piqué se convierte en un liviano vestido de algodón tan deseable como llevable a un evento de alcurnia.
Vivos de tenista, cuellos polo, tablas de medallista olímpica. Mucha raya deportiva y transparencias estratégicamente colocadas configuran una colección que se tiñe de colores terracotas, verdes musgo y blanco asi como azul añil mezclado con marrón, una combinación deliciosa.
Sus colores son preciosos, y sus combinaciones más. Este año la firma cumple 80 años y tras 9 colaboraciones con colaboraciones con firmas como Boucheron, Fauchon, Baccarat o Hermès llega este "remember" que pretende resumir lo que la casa ha sido en el presente y será en el futuro.
Tras tanto fluor y colorín parece que volvemos a los orígenes de la moda de los 90, colores suaves y neutros, líneas depuradas, prendas que llaman la atención por su patronaje y cortes y no por sus florituras. Lo curioso es que ante tal desplieque de tejido en linea recta, poca piel y menos ceñirse al cuerpo, todo resulta un tanto sensual.
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