Cuando se habla de igualdad de género, los países nórdicos suelen ser el referente en el que queremos mirarnos. Ahora, Noruega ha sorprendido al mundo con la introducción de una novedad en su servicio militar obligatorio: no solo ha aprobado el servicio militar femenino, sino que, además, hombres y mujeres compartirán dormitorios mixtos. ¿Es llevar la igualdad más allá de los límites o un primer paso que pronto se seguirá en otros países?
El servicio militar en Noruega
En Noruega, el servicio militar es obligatorio para hombres y mujeres. Es el primer país europeo en introducir la obligatoriedad del servicio militar para mujeres, en aras de «proporcionar a hombres y mujeres los mismos derechos y obligaciones», en palabras de la ministra de Defensa Ine Eriksen. La medida de que las mujeres deban incorporarse al ejército en igualdad de condiciones con los hombres se aprobó en 2014, con los votos a favor del 96% del parlamento noruego.
Las mujeres nacidas en 1997 han sido las primeras en incorporarse al servicio militar, una experiencia que es considerada muy positiva por los jóvenes noruegos, una especie de salida del nido, muy valorada también por futuros empleadores como parte del currículum de un ciudadano. Con un rotundo apoyo popular tanto al servicio militar obligatorio como a la llegada de mujeres a él, el debate llegó con otra medida: hombres y mujeres comparten todas las instalaciones en los cuarteles, dormitorios incluidos.
La experiencia de los dormitorios unisex
En general, las opiniones sobre los dormitorios unisex, después de aproximadamente un año en funcionamiento, son bastante positivas. Nina Hellum, investigadora del departamento de Defensa noruego, expone los argumentos a favor de la medida: «La exposición favorece la tolerancia, la aceptación y la comprensión entre hombres y mujeres».
El estudio The Army: the vanguard, rear guard and battlefield of equality (2014) demostró que los dormitorios mixtos, organizados generalmente con un patrón de 4 chicos y 2 chicas, han ayudado a que disminuyan los casos de acoso sexual gracias a un proceso de neutralización. Según los autores del estudio, compartir los dormitorios crea entre los reclutas una especie de comportamiento de hermandad desexualizado.
El diario noruego The Local habló con dos soldados, un chico y una chica, que comparten dormitorio. Él reconoce que, al comienzo, la situación les provocaba algo de timidez, pero que, una vez pasada la incomodidad, empezaron a ver a las chicas igual que a sí mismos. Ella, por su parte, afirma que los chicos las tratan bien, desde un punto de vista social, a pesar de que algunos no están demasiado acostumbrados a estar rodeados de mujeres.
En el lado contrario de la balanza, está el 18% de chicas que han recibido comentarios o comportamientos inapropiados.
Lo unisex y lo transgénero
El debate sobre la necesidad, o el deseo, de convertir determinadas instalaciones públicas en unisex no se limita al ejército noruego. Los argumentos a favor y en contra son variados, pero uno de los puntos calientes del asunto es el cuarto de baño que deben utilizar las personas transgénero. El debate es especialmente encarnizado en Estados Unidos, donde se ha legislado de forma contradictoria según los estados.
Por una parte, el estado de Carolina del Norte promulgó una ley que obliga a utilizar los baños públicos en función del sexo asignado a la persona en su partida de nacimiento. Pronto se le unió el estado de Mississippi, cuya ley introdujo además componentes religiosos tradicionales en el argumentario. Como respuesta, el presidente Obama emitió una directiva según la cual los estudiantes transgénero puedan utilizar en las escuelas públicas el cuarto de baño del sexo con el que más identificados se sientan.
Los baños unisex son una de las soluciones propuestas a la controversia. La propia Casa Blanca quiso dar ejemplo instalando su primer cuarto de baño unisex en 2015. Pero, ¿qué ventajas e inconvenientes tienen los cuartos de baño unisex?
A favor de lo unisex
El debate sobre la necesidad o no de separar por géneros los espacios públicos se limita, en la mayoría de los casos, a los cuartos de baño, con el argumento de que, si en nuestras casas compartimos cuarto de baño sin importarnos el género de las personas con las que vivimos, ¿por qué no hacerlo en los espacios públicos?
Algunas universidades británicas han sido pioneras en la creación de aseos unisex. Los argumentos a favor se remontan a la creación de los primeros baños públicos, en las fábricas de la era victoriana. Fue la moral imperante en la época la que hizo que los cuartos de baños se separaran por sexos, y muchos defienden que, si ya no queda nada de esos principios morales en la sociedad actual, no deberían tampoco conservarse los cuartos de baño segregados.
Uno de los argumentos habituales en contra de los espacios unisex es la protección de las mujeres de comportamientos de violencia sexual. Los defensores de los baños públicos compartidos mantienen que, precisamente, separar a las mujeres en espacios exclusivos para ellas no es una forma igualitaria de luchar contra la amenaza. Y, por otra parte, están quienes defienden que presuponer que compartir espacios con mujeres puede llevar al asalto sexual es insultante para los hombres, perpetuando una especie de cliché de que los hombres necesitan sexo y no dudan en conseguirlo de cualquier manera.
En la misma línea de los estudios que defienden los dormitorios mixtos del ejército noruego, los partidarios de los cuartos de baño unisex mantienen que la convivencia es la que lleva a la verdadera igualdad, equilibrando las oportunidades y los riesgos entre ambos sexos.
En España, Amelia Barquín, profesora de Educación y Género en la Universidad de Mondragón, ha propuesto una reflexión sobre la necesidad de seguir segregando por sexos los baños y vestuarios de los colegios. Y el aeropuerto de Málaga ha sido pionero en estrenar cuartos de baño unisex en sus instalaciones.
En contra de lo unisex
Si hablamos de cuartos de baño unisex en las universidades, escuelas o aeropuertos, puede que una mayoría de hombres y mujeres se sientan cómodos con la medida. Pero, ¿qué ocurriría en otros ámbitos más peliagudos? Por ejemplo, ¿nos sentiríamos cómodas entrando a utilizar los servicios de un pub, de madrugada, si en el interior hubiera solo un grupo de hombres?
En ese punto, entre otros, se centran quienes están en contra de la medida de hacer mixtos los espacios de aseo. El riesgo de agresiones sexuales en los cuartos de baño puede existir también en ambientes universitarios o escolares, defiende Rachel Roberts en The Independent. Además, menciona los complejos y vergüenzas tradicionalmente presentes en la adolescencia, que podrían convertir en una experiencia complicada para algunos alumnos el simple hecho de ir al servicio.
Una propuesta intermedia es la de introducir cuartos de baño neutros, sin eliminar los separados por género. Así, quienes no se sientan cómodos utilizando una u otra etiqueta genérica tendrían su espacio, mientras que los que prefieren la situación tradicional podrían seguir teniéndola. Claro que esta tercera vía implica una inversión económica que no parece demasiado justificable.
Imágenes | Pixabay.com y Wikimedia Commons.
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