De Liu Xiaobo se escribieron ríos de tinta antes de su muerte, y muchas más desde que se conoció la noticia de su fallecimiento, el pasado día 12. El disidente chino, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2010, fallecía a causa de un cáncer terminal, después de toda una vida luchando contra el sistema político de su país y tras ser diagnosticado con un cáncer terminal. En estos días, muchos medios internacionales están recuperando sus textos de alegato contra el odio y en favor de la convivencia, pero las palabras que han conseguido emocionarnos son las que dirigió a su mujer, la poeta Liu Xia.
La historia de amor de Xiaobo y Xia no es convencional, ni demasiado llena de alegrías. Pertenecientes al mismo círculo intelectual, se conocieron a mediados de los ochenta e iniciaron enseguida una relación, tras romper sus respectivos matrimonios. Pronto los problemas de Xiaobo con el régimen de Pekín se manifestaron en forma de detenciones y condenas que hicieron a la pareja atravesar muchos momentos difíciles. Se casaron en 1996, durante una de las condenas que cumplió él, para que ella pudiera visitarlo en prisión.
Los escritos de Xiaobo siempre reflejaron la importancia del amor y la convivencia. Y en ellos, muchas veces, destacó a Xia. Su discurso final en el juicio en el que fue condenado a once años de prisión en 2009 es un buen ejemplo de ello. Y las palabras que le dedicó a su esposa han conseguido, ocho años después y con la triste noticia de su muerte, emocionarnos.
Si se me permite decirlo, la experiencia más afortunada de estos últimos veinte años ha sido el amor desinteresado que he recibido de mi esposa, Liu Xia. [...] Quiero decirte, querida mía, que creo firmemente que tu amor por mí seguirá siendo el mismo que ha sido siempre. A lo largo de todos estos años que he vivido sin libertad, nuestro amor se ha llenado de amargura impuesta por circunstancias externas, pero, cuando saboreo su recuerdo, sigue siendo infinito. Estoy cumpliendo mi condena en una prisión tangible, mientras tú esperas en la intangible cárcel del corazón.
Incluso si me aplastaran hasta convertirme en polvo, usaría mis cenizas para abrazarte
Tu amor es la luz del sol que salta por encima de estas altas paredes y penetra entre los barrotes de la ventana de mi celda, acariciando cada centímetro de mi piel, dando calor a cada célula de mi cuerpo, permitiéndome mantener siempre la paz, la apertura y la alegría en mi corazón, y llenando de significado cada minuto de mi tiempo en la cárcel. Mi amor por ti, por su parte, está tan lleno de remordimiento y pesar que a veces me hace tambalear bajo su peso. Soy una piedra insensata en el desierto, azotada por fuertes vientos y lluvias torrenciales, tan fría que nadie se atreve a tocarme. Pero mi amor es sólido y fuerte, capaz de perforar cualquier obstáculo. Incluso si me aplastaran hasta convertirme en polvo, usaría mis cenizas para abrazarte.
Imágenes | Gtresonline.
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