¿Cuándo fue la última vez que estuviste a solas contigo misma? Desconecta y pruébalo, te va a sentar genial

¿Cuándo fue la última vez que estuviste a solas contigo misma? Desconecta y pruébalo, te va a sentar genial
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Ya sea en directo o a través del móvil, la realidad es que vivimos una época en la que rara vez estamos sin interactuar con alguien. Esperando el metro, subiendo por el ascensor, en Facebook, Whatsapp o Instagram, en los bares, en el cine, en pareja, en familia... ¿Cuándo fue la última vez que estuviste a solas contigo misma? Ha llegado el momento de desconectar de los demás (y del móvil) y pasar un tiempo a solas. Te va a sentar genial.

No le temas a la soledad

La soledad tiene muy mala prensa: basta con que busques en Google imágenes expresiones como “Woman alone” (mujer sola), para ver el tono de las imágenes que aparecen. No, no son alegres.

"Soledad" es una palabra cargada de connotaciones negativas, algo a lo que muchos temen: lo vemos en consulta y fuera de ella. De hecho quedarse solo es el miedo que está detrás de muchas de las cosas que hacemos, aunque no seamos conscientes de ello.

Ser perfeccionistas, evitar las confrontaciones, hacer cosas por los demás que en realidad no nos viene bien hacer (o no nos apetece directamente), no protestar o ser poco asertivos pueden ser la punta del iceberg del miedo a quedarse solo: “Si no lo hago todo bien no gustaré y me quedaré solo”, “Si protesto no agradaré y me rechazarán, y me quedaré solo...”

Piensa en alguna de las cosas que haces que no te hagan sentir especialmente bien y "tira" de ella: ¿te lleva hasta el miedo a quedarte solo? Si es así, es el momento de cuestionar ese miedo.

La soledad no es nada malo, de hecho aquellos que saben estar a solas, los que disfrutan de la soledad, suelen tener, paradógicamente, más y mejores relaciones sociales.

Mujer en la playa

Soledad y necesidad de los demás

El miedo (o rechazo) a la soledad nos puede llevar a involucrarnos en relaciones (sociales o de pareja) precisamente porque las necesitamos, para evitar caer en la temida soledad. Y no hay peor comienzo (y peor motivo) para estar con alguien que la pura y dura necesidad.

Cuando necesitamos somos menos exigentes, menos críticos, más dóciles... Cuando necesitamos, toleramos cosas que no deberíamos tolerar, y eso no es nada bueno.

Sin embargo, cuando no tememos a la soledad las relaciones las establecemos desde el deseo, desde la apetencia, de este modo podemos construir y crecer junto al otro (ya sea amigo, pareja o familiar).

Sin esa apremiante necesidad estamos con el otro porque tiene algo que aportarnos, porque nos hace sentir bien, porque nos gusta, no porque “le necesitemos” y sobre todo “no porque estar con esa persona sea mejor que estar solo”.

A solas y sin distracciones

¿Pasas tiempo a solas? Si has respondido que sí déjame que te haga otra pregunta: ¿dónde está tu teléfono en esos momentos? Si es en tu mano o a la vista déjame que te diga que ni estás totalmente a solas (seguramente estés interactuando con alguien en alguna red social o mediante algún servicio de mensajería), ni estás centrando tu atención en ti.

Los smartphones (que tienen numerosísimas ventajas, no es esto un alegato en contra, que conste) son altamente demandantes de nuestra atención. Así se diseñan, así los usamos.

Alertas, notificaciones, de emails, mensajes o tweets irrumpen e interrumpen nuestra actividad, nuestra concentración, constantemente, ya sea con sonido o porque miramos, a veces hasta de reojo, en busca de iconos de aviso en nuestro terminal. ¿Me han escrito? ¿Me han contestado al tweet?

Esas notificaciones, esas interacciones, interrumpen constantemente nuestra actividad, dejamos de hacer lo que estábamos haciendo para mirar el teléfono. Y da igual si es solo un segundo, la cuestión es que ha habido una interrupción.

Nos cuesta concentrarnos en una sola cosa, ver una película sin mirar ni una vez Twitter, estar en una conversación con alguien y no comprobar si nos han escrito... Buscamos inmediatez, información, contacto y conexión constantes.

Y necesitamos desconectar.

Amber Case, antropóloga cyborg (como ella misma se autodenomina), es una conocida experta en la interacción entre humanos y tecnología. En sus charlas y en sus escritos Case aboga precisamente por la calm technology, una tecnología menos intrusiva, que no requiera tanto de nuestra atención.

Mujer sentada encima del coche mirando el movil

No basta con poner el teléfono boca abajo

Necesitamos momentos en los que estar a solas, pensando en nuestras cosas, ideando, fantaseando o reflexionando, y para ello necesitamos alejarnos del teléfono. No, no basta con ponerlo boca abajo: tú y yo sabemos que lo miramos cada dos por tres.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de California indicaba que el 61% de los participantes no eran capaces de ignorar el móvil si recibían un mensaje, email o llamada.

¿Cómo controlo mis ganas de mirar el móvil? Las ganas vienen en parte por la alta disponibilidad, así que si queremos evitar distracciones de manera efectiva nos vendría bien poner una barrera física entre él y nosotros.

Una propuesta anti-tentación:

  • Pon el teléfono en silencio, nada de vibración (nos distraería igual al escucharla),
  • Llévalo a otra habitación: si lo tienes en silencio pero a mano es muy posible que acabes mirándolo de vez en cuando.
  • Marca un tiempo sin teléfono y elige la hora a la que sí que lo vas a mirar. Si simplemente dejamos lejos el móvil puede que terminemos dando paseos a la otra habitación para mirarlo (¿te ha pasado?). Sin embargo si nos marcamos una hora (”A las 5 miraré el teléfono”) nos va a resultar más fácil desconectar, porque nuestra cabeza sabe que hay un momento concreto en el que vamos a ir a mirar y entonces se permite "aparcar" ese deseo y los pensamientos al respecto.

La soledad te sienta bien

Necesitamos la soledad, le sienta bien a nuestro cerebro:

  1. Sirve para relajarnos: vivir permanentemente conectado nos lleva a mantener un nivel de activación alto, uno que está muy lejos del descanso mental. Desconectar, pasar un tiempo en soledad de verdad, te va ayudar a relajarte, a bajar el ritmo, y lo necesitas.
  2. Favorece la creatividad: si estamos constantemente leyendo (o mirando) en el móvil lo que hacen otros, si estamos hablando con otros, no estamos centrados al 100% en pensar, en crear nosotros. Estar solo nos permite pensar, inventar.
  3. En esta misma línea, la soledad desconectada también nos puede ayudar a resolver problemas, ya que nos permite pensar con más calma y sin distracciones sobre los elementos que componen el problema, sopesar con calma las posibles soluciones, evaluarlas con mayor objetividad... De hecho hay estudios que dicen que se trabaja mejor solo a la hora de resolver problemas complejos. Piensa en tres o cuatro momentos en los que se te ha encendido la bombilla y has dado con algo bueno de verdad, ¿estabas solo o acompañado?
  4. Nos hace más empáticos y nos lleva, como decía, a tener mejores relaciones sociales, aunque parezca paradógico o contraintuitivo, tal y como señala Sherry Turkle, investigadora del MIT.
  5. Ayuda a tomar perspectiva, a valorar sin la intensidad de la cercanía, nuestras relaciones, aspectos de nuestro trabajo, amistades...

Pasar tiempo en soledad te va a sentar genial. Así que ya sabes, si quieres desconectar para volver a conectar mejor, contigo y con los demás, marca en tu agenda la cita más importante: una velada contigo misma. ¡Y que sea sin teléfono!

Fotos: Pixabay.com; Pexels.com

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