Solemos pensar que el trabajo es donde se va a sufrir (por lo menos un poco) con tal de ganarse la vida. La casa y la pareja, en cambio, es un refugio seguro, lleno de amor y comprensión (por lo menos un poco).
Pero hay quien cree que el trabajo es mucho más fácil que el amor. Se llama Alain de Botton, es filósofo y se dedica a sacarnos de la rutina con frases como esta a través de vídeos de YouTube.
¿Por qué piensa que es más fácil el trabajo que las relaciones de pareja?
Principalmente porque en el trabajo nuestros jefes, compañeros y hasta nosotros mismos partimos de la idea de que somos mediocres. Que para conseguir que cumplamos con nuestro papel hay que formarnos y darnos tiempo para que acumulemos algo de experiencia. Que hay que evaluarnos de vez en cuando y que, a la hora de comunicarnos el resultado de la evaluación, hay que empezar por lo bueno y por cada comentario negativo hacer siete positivos. Todo esto para mantener un buen ambiente laboral, para que podamos rendir. A cambio esperan de nosotros que nos comportemos con profesionalidad. O sea, que sepamos controlar nuestra irritación y mal humor y que hablemos de las cosas que no nos gustan con tranquilidad, de manera civilizada, sin ofender a nadie.
En el amor, en cambio, nuestra pareja parte de la idea que somos excepcionales. Somos esa persona que les entiende sin palabras. A la que no hay que explicarle nada, ya lo sabe. Cuando después de varios meses o años de relación esta comunicación telepática empieza a fallar, en lugar de pasar a comunicarnos con palabras, estamos más inclinados a sospechar que el otro se niega a entendernos. Esta falta de comprensión nos hace pensar que quizás no sea nuestra media naranja, lo que nos asusta, especialmente si hay niños y una hipoteca de por medio.
Nos han hecho pensar que se nos debe querer por lo que somos. De hecho eso es lo maravilloso del amor: a pesar de todos los defectos que sabemos que tenemos, alguien nos encuentra irresistible. Que nos haga un comentario negativo es casi una traición y desde luego una señal de alarma: ¿lo que somos ya no vale? ¿Ya no nos quiere como antes?
Por algún motivo se da por supuesto que todos somos capaces de amar, siempre y cuando demos con la pareja apropiada. Decía Erich Fromm que esto es como dar por supuesto que todos somos grandes pintores, si no pintamos bien es porque no encontramos el modelo adecuado.
En el trabajo, afortunadamente, se entiende que no tenemos ni idea hasta que no se nos forme adecuadamente.
Alain de Botton acaba su vídeo diciendo que por muy difícil que sea dirigir una central nuclear, sigue siendo mucho más sencillo que intentar ser feliz al lado de otro ser humano, en una relación sexual, que dure muchos años. No hay nada más complicado en el mundo. Somos tan complejos, nuestras expectativas son tan altas, nuestra cultura romántica es tan pobre que poder salir de casa un lunes por la mañana para volver al trabajo puede ser un verdadero alivio.
Pensar que por defecto NO somos dignos del amor, NO sabemos amar y NO somos capaces de hacer feliz a otra persona con nuestra mera presencia asusta. Pero si reflexionamos un poco, la idea que no somos excepcionales y que nuestra pareja tampoco lo que es un alivio.
La búsqueda del amor deja de ser una lotería en la que nada depende de nosotros. Es más como buscar trabajo. Conseguir una cita es como una entrevista, un primer paso. Empezar a vivir juntos es como firmar un contrato indefinido, un buen comienzo. Pero no nos servirá de nada si no estamos ahí todas las mañanas a la hora acordada, aseados y profesionales, dispuestos a equivocarnos, admitir nuestros errores, intentarlo otra vez, darlo todo para ganarnos el siguiente ascenso.
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