Hay quien afirma que perseguir la felicidad es el trabajo de toda una vida. Victoria Camps, Doctora en Filosofía moral y política, profesora, investigadora, escritora y experta en Bioética, aseguraba en Aprendemos Juntos que “la felicidad no es una cuestión de fórmulas, consignas ni recetas fáciles. Es un esfuerzo constante del individuo y un aprendizaje”. Para otros, la felicidad es una elección. En ambos casos, la comunicación y el lenguaje que usamos tiene un efecto esa percepción del bienestar. Es más, podríamos llegar a decir que la felicidad comienza en la forma en la que hablamos con nosotros mismos y con los demás.
El optimismo está relacionado con una menor incidencia de síntomas de depresión, ansiedad y estrés, y nos puede hasta hacer más productivas en el trabajo según la Universidad de Stanford. Está claro que la positividad en nuestras conversaciones es algo que conviene trabajar, y puede ser tan sencillo como incluir algunas frases en nuestras conversaciones habituales. Según explicaron a la CNBC Leslie Richardson y Neil Pasricha, líderes del Instituto para la Felicidad Global y expertos en bienestar, usar cualquiera de estas seis frases todos los días, conseguirá que seas realmente más feliz que la mayoría.
“¿Esto importará dentro de un año?”
Imagina una situación estresante de tu día a día. Algo que te haya pasado hoy y que te haya generado malestar o hasta ansiedad. Empiezo yo. Me he equivocado mandando un email a un cliente y después de darle a enviar me he dado cuenta del error. He empezado a agobiarme por haberme equivocado y luego me he preguntado, “dentro de un año, ¿importará esto?”. La ansiedad ha bajado inmediatamente.
Richardson y Pasricha explican que “es fácil centrarse en la preocupación del momento y sentir que no hay salida”, pero cuando nos hacemos esta pregunta sobre el futuro, lo que conseguimos es recuperar la calma en el presente. Una persona realmente feliz sabe que no todos los problemas merecen nuestra preocupación, y que en muchos casos, lo que nos preocupa en este momento, en una semana se nos habrá olvidado.
“Tengo la oportunidad de...”
Cambiar los “tengo que” por los “puedo” o “tengo la oportunidad de…”, transforma la intencionalidad de nuestro lenguaje que pasa de ser una obligación a una elección. Los expertos afirman que “es una forma poderosa de liberar la capacidad de acción de la obligación y aprovechar una mentalidad de gratitud, porque la mayoría de las cosas son realmente elecciones”. Puedes añadir después las ventajas de esa elección para que el proceso de cambio te resulte aún más sencillo. Por ejemplo, en lugar de “tengo que recoger la casa”, puedes decirte “tengo la oportunidad de recoger la casa para que el orden me dé paz después”.
“…todavía”
En mi primera clase de cerámica mi profesora me dijo: “quiero que hagas un vaso en el torno con este trozo de arcilla”. Mi cabeza inmediatamente se murió del miedo y contesté un “no puedo” con la boca pequeña. Hubiera sido mucho más acertado contestar con un “no puedo todavía”. Los expertos aseguran que cerrar las frases que empiezan con “no puedo”, “no quiero” o “no soy” con un “todavía” es la forma de “abrir una puerta que nuestro cerebro está tratando de cerrar de golpe. Introduce la posibilidad de que en algún momento en el futuro puedas”. No solo es mucho más realista decir que no puedes hacer algo todavía, también es un uso más positivo del lenguaje.
“Cuéntame más…”
Si quieres ser buena conversadora, es una frase imprescindible en tu repertorio porque te permite conectar de una manera más profunda con tu interlocutor. Los expertos aseguran que “cuando alguien comienza a abrirse, muchos de nosotros tenemos la tendencia a querer resolver sus problemas o darle consejos”, pero el uso de esta frase, es un ofrecimiento implícito de tiempo y energía que la otra persona valorará y mucho. Nos permite crear relaciones significativas y eso, es la clave de la felicidad.
“Mi rosa hoy ha sido…”
Sabemos que la gratitud puede hacernos más felices y saludables físicamente, así que podemos añadir a nuestro día a día un hábito de dos minutos que nos ayude, el juego “rosa, espina, brote”. Richardson y Pasricha nos aseguran que quienes se preguntan a diario cuál es su rosa, son personas más felices, porque la gratitud y la felicidad están directamente relacionadas.
“Me centraré en…”
La distracción y la fatiga a la hora de tomar decisiones suelen ser obstáculos para la felicidad tal y como aseguran los expertos. Por eso reducir las opciones, priorizar, y centrarse en una cosa, es una forma de mantener a raya el estrés que el multitasking genera. En lugar de pasar de una cosa a otra, tómate un minuto y reflexiona sobre tus prioridades y céntrate solo en una, a ser posible aquella que sirva mejor a tu propósito vital o ikigai. “Lograr esa pequeña meta es un paso alcanzable que puedes dar hacia la verdadera felicidad”, aseguran Richardson y Pasricha.
Fotos | Begin Again
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