En 2023 mi propósito fue conseguir ser más productiva en el trabajo, lo que pasa por trabajar menos horas y pasar de 10 a unas más saludables 8 horas laborales. Me ha costado un poco, todo el año de hecho, pero gracias a trucos como comerme la rana lo he conseguido.
Para lograrlo ha sido imprescindible aprender a decir que no y, por supuesto, aprender a poner límites no solo en mi trabajo, en toda mi vida. Uno de los mejores trucos para conseguirlo y que no se me olvidara ha sido repetirme frases de la psicóloga Lorena Gascón, autora del libro Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí. En su cuenta de Instagram, nos daba ocho frases que me han ayudado a poner límites de una forma sencilla. Compartir es de guapas así que te las cuento.
No he venido al mundo a cumplir las expectativas de los demás
Las únicas expectativas que he de cumplir son las que yo me marque, no las que los demás me impongan. Parece que mirar por nuestros intereses y anhelos es algo egoísta, y lo es, pero el egoísmo es un término que siempre se ha entendido como malo, y ser egoístas es, a veces, lo más generoso y saludable que podemos hacer.
En palabras de Iria Reguera, psicóloga y redactora jefe de Trendencias, no todos los egoísmos son malos. “Tener cierto egoísmo ocasionalmente y ponernos a nosotras en primer lugar, no significa necesariamente que nos volvamos insensibles a las necesidades de los demás o las pisoteemos.” Ponernos por delante es autocuidado y nos permitirá hacer menos cosas que no queremos hacer, mantener relaciones más sanas que siempre empiezan por el amor propio y te permitirá hacerte responsable de tus problemas, tus decisiones y tus actos.
Si no cuido de mí, no voy a tener energía para cuidar de los demás
No sé la cantidad de veces que digo que sí a ayudar a alguien. Me gusta cuidar y echar una mano, pero antes era siempre y ahora he cambiado el discurso por “siempre que puedo". El cambio llegó cuando ayudar a otros hizo que me encontrara agotada y dejara de hacer cosas que le venían bien a mi salud mental, como hacer deporte porque ese tiempo lo dedicaba a otros. Leer la frase de Lorena Gascón fue un punto de inflexión porque es cierto que si nuestra batería está bajo mínimos, es imposible cuidar a otros.
Tengo derecho a cambiar de opinión, incluso cuando ese cambio pueda defraudar a alguien
Según una investigación del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California publicada en Scientific Reports existe cierta resistencia cerebral a la hora de cambiar opiniones o pensamientos muy arraigados, pero la única forma de estar en lo cierto es cambiar de opinión. De hecho, cambiar con el tiempo no solo es inevitable, también es totalmente necesario.
Ese cambio es siempre válido aunque afecte por el camino a alguien. Por ejemplo en las relaciones, podemos pensar un día que alguien es el amor de nuestra vida y que esa opinión se modifique y nos desenamoremos. No tenemos que quedarnos ahí por costumbre, podemos cambiar de opinión.
Todos tenemos nuestras mierdas y las llevamos lo mejor que podemos
Todos, absolutamente todos, tenemos problemas de diferente índole. Unos pueden parecer más graves y otros menos, pero todos existen y para quien los carga, son importantes. Que otras personas tengan problemas no significa que los míos no importen y ese pensamiento me ha ayudado a poner límites en el trabajo, por ejemplo, cuando alguien quería cargarme con más trabajo y yo ya estaba sobrecargada con el mío.
No soy responsable de las necesidades de los demás
Lorena Gascón añadía que “puedo apoyarles, pero no es sano para mí que me sobreimplique”. Aunque seas buena persona, eso no significa que tengas responsabilidad sobre lo que otros necesitan. El matiz es tan ligero que a veces se difumina, pero no es responsabilidad nuestra solucionar todo lo que pasa a nuestro alrededor. Podemos ayudar pero sin que nos cueste la salud hacerlo.
Las personas que no respetan mis límites no se merecen mi compañía
Dicen que cuando por fin pones límites y alguien se enfada, es que esa persona estaba aprovechándose de ti. Es cierto. Me ha pasado. Las personas manipuladoras se sienten atacadas cuando les ponemos límites. Los misóginos también. Y si alguien no respeta mis límites no me está respetando a mí, sea en el ambiente que sea.
Tengo derecho a expresar lo que siento de forma asertiva, sea cual sea mi emoción
Parece que mostrarnos enfadadas es algo malo. Las emociones mal llamadas negativas siguen siendo tabú, pero tenemos derecho a expresar todas las emociones que sentimos siempre desde el respeto y siendo asertivas. Es más, hacerlo es practicar la responsabilidad afectiva en nuestras relaciones.
No tengo porqué aguantar que alguien me rechace o me castigue
Ay, si la Anabel de hace diez años hubiera sabido esto muchas cosas habrían cambiado. Una de las mejores cosas de poner límites es que comienzas a enriquecer tu autoestima y te das cuenta de que no te mereces aguantar desprecios, castigos o rechazos, vengan de quien vengan. Si poner límites provoca un rechazo, te voy a decir algo: amiga, ahí no es.
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