Cuando era pequeña y mi abuela me preguntaba qué quería ser de mayor, yo no sabía nunca qué contestarle y ella siempre me decía “no te preocupes demasiado, hija, con que seas buena persona, yo soy feliz”.
Ser buena persona va más allá de hacer buenas obras. Al menos así es como la psicología lo ve. Según la Enciclopedia de Humanidades, “una buena persona es aquella que siempre desea lo mejor para los demás y actúa en consecuencia”. Es más, podríamos definir ser buena persona como un conjunto de rasgos que son inherentemente buenos, siendo la palabra buena una relacionada directamente con la bondad, algo que según Psychology Today está relacionado con el bienestar. Y es algo que proviene de nosotros y se refleja en nuestras acciones y comportamientos, y en cómo tratamos a los demás. De hecho existen señales o rasgos que las buenas personas comparten, y que te contamos.
Eres empática y compasiva
Según el psicólogo Alfred Alder, la empatía es una de esas cualidades excepcionales que irradia su poder en todas direcciones y puede potenciar tanto a quien la experimenta como a quien la recibe. “Es como ver con los ojos de otra persona, escuchar con los oídos y sentir con el corazón”, afirmaba. Y es que aunque pensemos que es ponernos en el lugar de otra persona, es mucho más.
Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias, nos explicaba que “la empatía se trata de la capacidad que tenemos para entender los sentimientos y las emociones de las otras personas. Esto no implica que tengamos que estar de acuerdo con ellas o pensar igual.” Y es cultivable, practicable y mejorable.
La empatía es una señal inequívoca de que alguien es buena persona. Sin duda. Permite que estemos en sintonía con las emociones que nos rodean. Así, una persona empática se alegra por los logros de otra persona, y es comprensiva en los momentos complicados. La empatía provoca una genuina reacción de bondad y compasión, algo que cumple cualquier persona “buena”.
De hecho, la Universidad de Psicología de Stanford indica que es esa compasión la que “enhebra cada pieza, cada matiz y cada latido de estas almas más nobles”.
Eres sincera
En Psicología Online nos explican que la sinceridad es un rasgo común en las buenas personas. Eso no significa que todas las personas sinceras sean buenas personas. Hay algunas que a sabiendas, hacen daño con sus palabras, pero alguien que es buena persona es sincera y al ser empáticas, “saben cómo tienen que decir las cosas y respetan, mucho, las emociones de los demás”.
El psicólogo Buenaventura del Charco explicaba al programa de radio Más de Uno Marbella de Onda Cero que “el corazón de una buena persona se nota incluso en sus palabras y en la forma que tiene de hablar de los demás.” Cuando tengan que hablarte, lo harán siempre intentando que la responsabilidad afectiva sea protagonista.
Pueden confiar en ti porque eres honesta
La confianza es otra característica de las buenas personas. De hecho siempre puedes confiar en una buena persona porque es una persona responsable que no juega con los sentimientos de nadie.
Alguien honesto es sincero en sus interacciones con los demás. Las personas honestas valoran la integridad y asumen la responsabilidad de sus acciones. No mienten ni engañan, y eso tiene un impacto positivo en su propio bienestar. Según este estudio aquellas personas que practicaban la honestidad exhibían niveles más altos de autocontrol y satisfacción con la vida y tenían más probabilidades de tener un sistema de apoyo social sólido.
Eres realista
Ser buena persona no significa estar en los mundos de Yupi. Una buena persona sabe que otros pueden dañarle, pero no piensa en la venganza cuando eso pasa. Jordi Isidro Molina, experto en ansiedad y estado de ánimo y director de Cedipte-Psicología, afirma que es importante tratar de alcanzar un punto medio entre ayudar a los demás y a nosotros mismos, consiguiendo así un buen equilibrio emocional y social, y sin que nuestra autoestima se resienta.
Alguien que es buena persona sabe llegar a ese equilibro y poner límites, pero no la devuelven cuando se la hacen. Una petición popular: no te aproveches de su bondad para hacerles cosas malas, por favor.
No juzgas
Siguiendo con esta línea, no juzgar es otra señal clave de una buena persona. Tratas de aceptar a las personas tal como son, sin emitir juicios precipitados ni sacar conclusiones. El psicólogo Marshall Rosenberg afirmaba que “Cada crítica, juicio, diagnóstico y expresión de enojo es la expresión trágica de una necesidad insatisfecha”. Esta perspectiva nos ayuda a ver que no juzgar no es solo reprimir los pensamientos negativos, sino tratar de comprender y abordar las necesidades y emociones subyacentes. Apostar más por la curiosidad y menos por el juicio.
Así, alguien que es buena persona se acerca a otros dispuesta a aprender sobre sus experiencias y perspectivas únicas, apreciando la diversidad del carácter humano y valorando a cada uno por quién es.
El filósofo griego Teofrasto decía que “el tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar”. Si alguien lo gasta contigo es un auténtico regalo. Si eres alguien que siempre está ahí para los demás, dispuesto a dar tu tiempo sin pedir nada a cambio, estás demostrando ser buena persona.
Tienes fe en la humanidad
Hace dos décadas, los psicólogos crearon un término llamado la tríada oscura de la personalidad (Paulhus y Williams, 2002) para determinar personalidades con rasgos de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía, e investigar cómo se relacionan en diferentes ámbitos sociales. Por su parte Scott Barry Kaufman, psicólogo de la Universidad de Columbia, renombró la antítesis a esa tríada, a la que llamó tríada luminosa y que se compone de humanismo, kantismo y fe en la humanidad.
Esa humanidad es una característica intrínseca de una buena persona. Hace referencia a creer en la dignidad y el valor inherentes de otros humanos. William Fleeson, psicólogo de la Universidad de Wake Forest dice que "cuanto más se cree que los demás son buenos, menos se siente la necesidad de protegerse contra ellos, menos se siente la necesidad de castigarlos cuando hacen cosas malas". Alguien que es buena persona tiende a pensar que el resto también lo es.
Das las gracias a menudo
Además de que dar las gracias a otras personas y ser agradecidos puede hacer felices a las personas con las que interactuamos, es un rasgo muy común en las buenas personas. Según las investigaciones la gratitud correlaciona positivamente con la empatía. Es decir, ser agradecidos puede ayudarnos a desarrollar y trabajar la empatía.
Lo bueno es que según la Universidad de Harvard, dar las gracias puede aumentar la liberación de dopamina, una de las "hormonas de la felicidad", así que además de buena gente, seremos más felices.
Eres coherente
Alguien coherente es una persona cuyos valores, creencias y comportamientos van en consonancia. Además de ser una cualidad que poseen las personas auténticas, es algo de lo que pueden presumir las buenas personas.
Y no solo eso, ser coherente también significa cumplir promesas y compromisos. Cuando dices que vas a hacer algo, lo haces. Eres confiable y la gente sabe que pueden contar contigo porque mantienes tu palabra.
Valoras las relaciones por encima de las cosas
Una buena persona prioriza pasar tiempo con su familia por encima de tener una casa más grande. Es algo que deberíamos enseñar a los niños, a darle el valor a las relaciones por encima de las cosas porque esa es la auténtica clave de la felicidad. El psicoanalista Erik Erikson decía que “la vida no tiene ningún sentido sin interdependencia. Nos necesitamos unos a otros y cuanto antes lo sepamos, mejor para todos nosotros”.
Eres indulgente, sabes perdonar pero también sabes pedir perdón
El perdón es un rasgo que suelen poseer las personas genuinamente buenas. Lo que hace es que las buenas personas dejen atrás los errores del pasado y no guarden rencor a quien le hizo daño en el pasado.
Cherie Carter-Scott, oradora motivacional, señala el poder transformador del perdón: "La ira te hace más pequeño, mientras que el perdón te obliga a crecer más allá de lo que eras". Si eres alguien que puede perdonar y seguir adelante sin aferrarse al resentimiento, es un fuerte indicador de que eres genuinamente una buena persona.
Para la psicóloga María Esclapez el perdón es un signo de una relación sana. De hecho en su libro Me quiero, te quiero afirma que pedir perdón “siempre que la otra persona se sienta molesta, independientemente de si consideráis que la otra persona tiene razón o no” es un síntoma de empatía y de que “entendéis que percibís las cosas de manera diferente”.
Te esfuerzas por ser mejor
No estamos hablando de dismorfia de productividad, perfeccionismo extremo ni nada por el estilo. Hablamos de autoconocimiento, de ver nuestros errores y de que una buena persona, trata de no repetirlos. Lo que hace alguien bueno es trabajar a diario para convertirse en una mejor persona.
Michael R. Edelstein Ph.D. decía en Psychology Today es conveniente tener como objetivo vital la superación personal constante. Así, lo primero es reconocer que ninguna persona es perfecta y que todos cometemos errores de los que podemos aprender. “Reconocer que el aprendizaje es un proceso que dura toda la vida e intentar inspirar a otros a sacar adelante la mejor versión de sí mismos”.
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