Nuestra rutina viene marcada por los quehaceres diarios y a veces necesitamos que nos zarandeen por los hombros un poco para tomar conciencia de nuestra vida y no olvidar quiénes somos y lo que tenemos ante nosotros. Eso es Don't Move.
Don't Move: el destino de los pasos en falso
Además de un chute de adrenalina puro, Don't Move también pretende ser una fábula. Sus directores, Adam Schindler y Brian Netto, especialistas en largometrajes de terror y thrillers, pretenden que su obra sea también una fábula. En este caso, la enseñanza a extraer es que siempre hay esperanzas y que hay que valorar la vida y lo que esta nos regala.
En el inicio de la cinta, que tal y como recoge Forbes se ubicó en el primer puesto entre las propuestas más vistas de la plataforma desde su estreno, vemos a Iris (Kelsey Asbille) a punto de lanzarse al mar desde un acantilado. El motivo que la lleva al suicidio, o al menos a intentarlo, es la pérdida de su hijo.
Sin embargo, es en ese momento cuando entra en escena un hombre, que aparece a su lado y que la disuade de lo que pretende hacer. No obstante, como no es oro todo lo que reluce y se ve que a Iris nunca le han dicho de pequeña que no se monte en el coche de un desconocido, esta se marcha con él, que la droga con una sustancia que le imposibilidad el movimiento. Y sí, sí, se nota tu B1 de Cambridge, porque en efecto te has dado cuenta del porqué del título.
Por supuesto, es lícito preguntarse, o plantear, si Iris se marcha con este señor teniendo en mente que quizás así no sea ella la que tenga que acabar con su propia vida, pero desde esta situación, y tras el ataque del mismo, se da cuenta de que no es lo que quiere. De que ese no es su final. Quiere vivir y así mantener también vivo el recuerdo de su hijo.
Es entonces cuando comienza una lucha que te mantiene en vilo y pegada a la pantalla de tu televisor o proyector durante los 92 minutos que dura la película.
3, 2, 1... PLAY!
Fotos | Netflix
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