El día trae buenísimas noticias porque, desde hoy mismo, ya se pueden ver en HBO los tres primeros episodios de la última temporada de El cuento de la criada y te adelantamos que la cosa está que arde (y también que leas con cuidado porque el artículo contiene spoilers).
La serie se retoma en el mismo punto exacto en el que se quedó con la season finale de la segunda temporada. Ese momento en el que June hizo que todos nos lleváramos las manos a la cabeza cuando, con todo el dispositivo puesto en marcha, se negó a escapar de Gilead sin su hija mayor.
Un desconcierto que también sienten los personajes de su entorno. Uno de ellos (no diremos quién) la ha llegado a tachar abiertamente de "egoísta". Objetivamente, podría decirse que lo ha sido ya en varias ocasiones aunque yo, como espectadora, tampoco me voy a atrever a juzgar las motivaciones de una madre desesperada.
Lo que sí que no me explico a estas alturas es cómo June sale prácticamente intacta, desafío al Estado tras desafío cuando por muchísimo menos se han perdido ojos, lenguas y la misma vida.
Es cierto que cuenta con la protección del comandante Waterford pero, una vez que ha dejado de contar con sus favores sexuales clandestinos y que ya no lleva ningún bebé en su vientre del que apoderarse, no queda del todo claro por qué. ¿Tiene miedo de que la criada pueda revelar secretos que hagan peligrar su cabeza? La trama debería profundizar un poco más en ello para no acabar convirtiéndose en una serie de fantasía.
Aunque, de todos modos, cada vez es más evidente que El cuento de la criada no es una ficción que pretenda ser del todo realista. Y no lo digo porque se enmarque en un tiempo distópico inventado. Tampoco lo señalo como algo malo. El objetivo principal de la serie parece ser conseguir que se nos revuelva todo por dentro. ¿Cuántas veces nos ha hecho llorar? ¿Cuántas querer estampar el móvil y el portátil contra la pared?
La magia es que, en la pantalla, consigue retratar de una forma explícita y extrema situaciones de desigualdad y sexismo que en nuestro día a día son más sibilinas. Puede que incluso, a nivel de acción, no tenga nada que ver con lo que sucede en la vida real pero el sentimiento es el mismo. Ahí es donde ambas realidades conectan y se unen, permitiendo que desfoguemos emociones.
No solo eso. Nos hace vivir, aunque sea en la dimensión de lo ficticio, la venganza, la revolución y el cambio que no podemos ejecutar en la vida real. O al menos que sí podemos, pero de otro modo menos explosivo e inmediato. Como cualquier otra ficción, El cuento de la criada nos permite vivir otra vida y en ella todas las mujeres están uniéndose para llevarse por delante al opresor.
La temporada empieza optimista de cara a ese objetivo. Con un fuego que primero es humo y, para cuando todos se quieren dar cuenta, es incendio. Eso, que es un hecho literal que sucede durante ese primer episodio, se puede tomar como adelanto metafórico de lo que está por llegar.
Si lo de Juego de tronos con Daenerys escandalizó a muchos, preparaos para esta temporada de ECDLC porque apunta a que varios personajes podrían seguir su ejemplo. En especial, Serena Joy.
Este personaje complejo y atormentado que, al principio, pagaba con las criadas la frustración de lo que no quería aceptar: que el sistema que ella había ayudado a instaurar oprimía a todas las mujeres del país, incluida ella, ha despertado para siempre.
Con su dedo meñique se ha ido la última duda que pudiera albergar de que Gilead no es ninguna salvación sino una mera dictadura construida para dar privilegios y poder a un reducido grupo de hombres.
Después de eso, es imposible que nada vuelva a ser igual.
Fotos | HBO
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