La llegada de un bebé además de amor a raudales y ojeras colosales, trae consigo un cambio vital sin parangón, uno en el que, a veces, también se puede ver damnificada tu vida sexual. Pero tener hijos no tiene por qué significar tener menos sexo, todo depende de cómo lo gestionéis en la pareja. Aquí te damos las claves para sobrevivir... con ganas.
Spoiler: no todo “es mal”
En el top 3 de las ideas que tenemos acerca de las relaciones sexuales tras la llegada de un bebé están que se hace poco o nada, que ya no trae consigo fuegos artificiales ni es una locura de I+D sexual, y que, en gran parte, es porque a las mujeres se nos van las ganas. Y conviene empezar aclarando ideas.
Si bien es cierto que muchas de las parejas que atiendo en consulta protestan porque su vida sexual se fue al garete, y que dentro de esto, muchas son las mujeres que tras el parto (o ya en el embarazo, con el malestar que a veces le acompaña) perdieron las ganas, no es algo que le pase a todo el mundo.
Cómo vivamos nuestra sexualidad y qué entendamos por sexo son elementos que van a modular enormemente la experiencia.
¿Y por qué empiezo diciendo esto? Porque es importante que tengamos claro que no, que paternidad y menos -y peor- sexo no son uno, no es algo inherente, no es una maldición que todos estemos avocados a vivir cuando nos convertimos en padres.
Por ejemplo, hay mujeres que tienen el mejor sexo de su vida durante el embarazo (y más ganas que cuando tenían 18 años y más hormonas que pelos en la cabeza). En esta etapa hay una gran concentración de sangre “en la zona sur de nuestro cuerpo”, lo que hace que nuestros genitales estén muy irrigados y por tanto más sensibles. Ole por ellas.
Otras, como decía, no quieren ni oír hablar de sexo, porque bastante tienen con sobrevivir a las náuseas -mal llamadas- matutinas (ojalá fueran solo por la mañana) o con el dolor (físico y mental) del parto... y de todo lo que viene después.
Por otra parte, cuando se habla de sexo tras la paternidad los discursos se suelen centrar en la mujer, en concreto en su pérdida de deseo, como si fuera la única a la que le pasa... o a la que le puede pasar.
Pero no: hay hombres que tienen menos ganas, solo que hablar de ello no es fácil en un mundo en el que el modelo sexual imperante condena cualquier conducta que no sea de “macho todoterreno siempre dispuesto”.
Dicho esto, si acabáis de ser padres y entre cambiar pañales, limpiar “potilla” de bebé, lavar bodys llenos de caca y demás tareas escatológicas paternales, no encontráis tiempo o ganas para el sexo, aquí van unas cuantas cosas que podéis hacer para mantener la chispa... sin dormirse por el camino.
Buen sexo... cuando tenemos un bebé
1. ¿Qué es sexo?
El primer paso para poner en forma nuestro sexo post-paternidad es revisar qué entendemos por sexo. Imagino que si habéis tenido un bebé estáis familiarizados con el paradigma, con eso de meter y sacar cosas de sitios, pero eso no garantiza que tengamos claro qué es el sexo... de verdad.
Si vamos pensando que el sexo es solo eso, penetración, en una etapa como es el postparto, en el que las mujeres tenemos aún “en obras” los genitales, efectivamente viviremos la entrada en la paternidad como un momento de “pérdida” sexual.
Pero la intimidad física de la pareja, el placer sexual, el sexo es mucho más que el coito: quizá en estos primeros momentos en los que el cuerpo de la mujer aún se está recuperando el sexo tal y como lo concebíais, no sea una opción.
Sin embargo eso no tiene por qué ser el fin: si partimos de que el sexo es más que el coito tendremos un montón de cosas maravillosas que hacer que nos van a sentar genial. Por ejemplo darse masajes desnudos, recorrer el cuerpo del otro con las manos (¿qué tal con algún aceite de masaje?)... ¿A que es apetecible?
No hay nada como no obcecarse con el coito para descubrir mil formas de placer corporal maravillosos. Los masajes son formas de intimidad, estamos desnudos, es placer. Pero también es confort, cuidado, relax... esas cosas que tanta falta nos hacen en estos momentos en los que el bebé es tan demandante y estáis tan cansados y superados. Y si además después del masaje os podéis echar una siesta, pues ya mejor imposible.
2. Vamos a la cama... que hay que descansar
El cansancio aniquila las ganas de sexo. Y no es de extrañar, desde luego: a ver quién se pone rumboso tras semanas de no haber dormido más de tres horas seguidas.
Si queréis que la cama sea algo más que ese sitio en el que perdéis el conocimiento -mal y a ratos- hay que garantizar cierto descanso para ambos. Eso significa turnarse, cuidarse, priorizar el descanso o pedir ayuda si lo necesitamos.
Y no es solo por el sexo, que ya de por sí es buen motivo: la falta de sueño, el cansancio elevado, el sentirse superada, son variables que inciden en mayor probabilidad de desarrollar depresión postparto, algo que claramente queremos evitar.
3. Piensa en verde
Solemos pensar que el deseo es eterno e incorruptible, pero la realidad es que se ve afectado por numerosas variables, y para que se mantenga vivo y sano necesita que lo alimentemos.
El cóctel que forman hormonas (especialmente durante la lactancia) con el cansancio y el cambio de rol tan salvaje que supone la maternidad, hace que algunas mujeres pierdan el deseo sexual, o que lo vean menguar como un jersey lavado a 60 grados con un centrifugado de los fuertecitos.
Sí, el deseo sexual de la mujer se ve modulado por hormonas (tras el parto la producción de estrógenos y progesterona caen en picado y se genera prolactina, que no es muy amiga del deseo), pero también por el cansancio, por lo apabullante del cambio de rol, por los cambios corporales que ha vivido...
Con todo este festival hay quien deja de pensar en sexo, y lo relega en su lista de prioridades (porque es verdad que dormir y comer son cosas como muy necesarias), y entonces es cuando las ganas definitivamente se van.
Pero el sexo es algo maravilloso, es un momento de intimidad, un rato de ser de nuevo nosotros dos, tú y yo, y no papá y mamá... ¿Recuerdas cuánto te gustaba? Pues no lo dejes, no lo escondas en tu cerebro.
Busca el lado verde de la vida, mándale un Whatsapp a tu pareja con alguna idea para llevar a cabo cuando consigáis tener un ratito a solas, ponle esa canción... que te pone, imagina qué te gustaría hacer si lo tuvieras una noche entera para ti (además de dormir, claro)...
Cuanto más pensemos en sexo y más lo disfrutemos, más ganas tendremos y más lo buscaremos. Y cuanto más hagamos y más disfrutemos, más querremos. Es una fórmula sencilla.
4. Sexo oral
Además de la práctica en la que estás pensando, que está estupenda, con sexo oral me refiero a que habléis: la comunicación sexual es fundamental en cualquier momento, pero especialmente en este en el que hay un cambio vital tan grande, además de un cambio corporal para la mujer.
Dónde te gusta, cómo te gusta, si determinada postura ahora te molesta, qué te apetecería hacer (cuando el peque se quede esa tarde con los abuelos), por dónde...
Da igual que os conozcáis desde hace años, da igual el número de veces que os hayáis acostado ya, las personas cambiamos, los gustos cambian... Aprovechad esta etapa para redescubriros, para probar, para rediseñar vuestra vida sexual.
5. Superficies para el amor
Cuando tienes un bebé tu cama deja de ser el templo sacrosanto de descanso y lujuria y pasa a ser un cambiador, un restaurante para el bebé, y a menudo un apartamento para tres. ¿Cómo hacerlo si el peque está ahí?
Pues mira, porque evidentemente el sexo no es algo que solo se pueda tener en la cama: tu casa está repleta de lugares en los que dar rienda suelta a la pasión.
De hecho, esto de tener un bebé puede ser hasta una ventaja para vuestra vida sexual, porque anima a la innovación. Tener un ocupa miniatura en vuestra cama os va a “obligar” a buscar esas otras localizaciones para el amor, y con ello estaremos rompiendo la rutinilla.
La encimera de la cocina, sobre la lavadora (en EEUU se puso de moda hacerlo mientras ésta centrifuga, aprovechando así la vibración...), en la ducha (y así además ahorramos agua)... ¡seguro que se te ocurren más!
Sí, las cosas puede que hayan cambiado, que tengáis más sueño y menos tiempo, pero el sexo es algo tan maravilloso que merece la pena cuidar y mantener. Eso sí, para que se de es necesario cuidar a la pareja, ser un equipo, para todo.
Foto | Un suceso feliz (película)