La vida del Dr. Daniel Gibbs, neurólogo, es una de esas que te deja dándole vueltas a la cabeza y es que, es la historia de un doctor que dedicó toda su trayectoria a tratar enfermos con Alzhéimer, pero la vida quiso que él se convirtiera en su propio paciente.
Fue diagnosticado con esta enfermedad en 2015 pero hubo varias señales, o síntomas, que hicieron que el doctor pudiera sospechar desde hacía años. Desde la pérdida de olfato diez años antes de su diagnóstico hasta sus fantosmias, que son los “olores inventados” que en su caso siempre era el mismo: “una mezcla de pan horneado y perfume”.
En su libro A tattoo on my brain: a neurologist's personal battle against alzheimer's disease, “Un tatuaje en mi cerebro: la batalla personal de un neurólogo contra la enfermedad de Alzheimer” y en un documental publicado en EE.UU cuenta su historia. Pero también, ha compartido su experiencia en distintos medios, concretamente dio una entrevista reciente al medio científico JAMA, en la que quiso compartir algunos consejos básicos para ayudar a todas las personas que sean diagnosticadas en fases iniciales, a ralentizar el avance de la enfermedad. En ella, advierte que la enfermedad es mucho más larga de lo que pensamos, y es que los primeros síntomas pueden comenzar a aparecer hasta 20 años antes de su diagnóstico.
Los cinco consejos del Dr. Gibbs
Ejercicio aeróbico
"Si hubiera un medicamento para la enfermedad de Alzheimer que pudiera ralentizar la progresión un 50%, lo saludaríamos como un milagro y la industria farmacéutica lo valoraría en miles de millones de dólares", explica en su libro. Y añade: "Ya lo tenemos y es gratis: el ejercicio".
En fases tempranas del Alzhéimer, la actividad física como caminar rápido ha demostrado un efecto dosis-dependiente para ralentizar el deterioro cognitivo.
La dieta mediterránea
Sabemos que la dieta mediterránea siempre es la primera en ser recomendada por los expertos para la prevención de enfermedades cardiovasculares, pero el doctor habla en concreto de la dieta MIND, que se enfoca en alimentos que han evidenciado tener un mayor beneficio en la salud cerebral como las verduras de hoja verde, las judías, las nueces y las bayas.
"Tengo que admitir que no fue un giro drástico en mis hábitos alimenticios, y hay tanta variedad y flexibilidad que no lo notas como un sacrificio", cuenta Gibbs en el libro.
Tener actividad mental
Ocho años después de su diagnóstico, el doctor ha reconocido que cada vez le cuesta más leer y recordar lo que lee. Mantener el cerebro activo, aprender cosas nuevas... puede tener beneficios significativos para la salud cognitiva.
Por ejemplo, según una investigación publicada en la revista Psychological Science, los adultos que aprendieron a hacer actividades nuevas mejoraron su memoria respecto a aquellos que solo veían televisión o escuchaban la radio.
Actividad social
"La apatía es casi universal, especialmente en etapas tardías, pero nunca fui especialmente sociable", dice el neurólogo en su libro. Ahora, "paso mucho tiempo con mis tres hijos y cuatro nietos. Hablo con los vecinos mientras trabajo en el jardín o paseo al perro. Veo a viejos amigos de forma regular", explica.
La actividad social es uno de los mayores protectores de la salud cerebral, junto con hacer ejercicio y llevar una dieta saludable. Existen numerosas investigaciones han revelado que las personas que son socialmente activas pueden experimentar menos problemas de salud en el cerebro. Esto es debido a que la interacción social puede promover la plasticidad cerebral, esencial a medida que envejecemos, tal y como explicamos en este articulo.
Dormir bien
"Hay evidencia tanto en estudios en ratones como en humanos que la proteína amiloide es eliminada del cerebro durante el sueño", dice el doctor también en su libro. Para saber qué significa esto, encontramos en este artículo que “la acumulación de beta amiloide en el cerebro es un conocido precursor de la enfermedad de Alzheimer. Antes de que aparezcan los primeros síntomas, estos depósitos van formando placas entre las neuronas que resultan tóxicas y son responsables del progresivo deterioro cognitivo”. El doctor Gibbs recomienda tener una rutina de unas siete horas y media de sueño diario.
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