Mark Twain dijo que “los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué”. Encontrar un propósito es una de esas cosas que siempre leemos en los libros de autoayuda como la clave para ser felices. Tienes que encontrar tu propósito para no arrepentirte después de no haber tenido una vida significativa. Guay. Ojalá fuera tan fácil. Según Mary Morrissey, fundadora del centro de coaching Brave Thinking Institute y autora de ‘Brave Thinking: The Art and Science of Creating a Life You Love’ afirma en su libro que encontrar un propósito no tiene por qué ser difícil porque todos queremos encontrarle sentido a nuestra vida. “Si desentrañamos los componentes que nos llevan al conocimiento, podemos vivir nuestro propósito”, afirma.
Para conseguir encontrar un mayor significado a tu trabajo y a tu vida según Morrissey, este sencillo ejercicio de cinco minutos es una forma estupenda de descubrir cuál es tu propósito: examinar los cuatro círculos de nuestra vida.
Los cuatro círculos de la vida
En la filosofía ikigai, la intersección de los cuatro círculos de la vida es el punto en el que está tu propósito y por lo tanto, tu felicidad. Es ahí cuando tu vida tiene un profundo significado. El ejercicio que propone la experta consiste en reflexionar sobre esos cuatro círculos. El primero es tu profesión, el trabajo con el recibes dinero y que te ayuda a sobrevivir cada día. Lo malo es que si queremos que sume, el trabajo que haces debe implicar crecimiento y desarrollo. Debe permitirte alcanzar objetivos y aprender cosas nuevas. Tal y como explica la experta en su libro, si sientes que creces durante el día, tendrás esa sensación de “bien hecho” en tu interior.
El segundo círculo es el de la pasión, aquello que te encanta hacer, que te importa y que impacta en tu vida. En muchas ocasiones el propósito se esconde ahí, de hecho según Morrissey, en lugar de perseguir un propósito, el propósito se te revela con pasión. Cuando algo nos gusta, aprendemos mejor porque nos vinculamos emocionalmente. De hecho, según el doctor en Medicina y Neurociencia, y catedrático de Fisiología Francisco Mora, "el cerebro sólo aprende si hay emoción".
Toca el tercer círculo, la vocación. La vocación en ikigai es aquello que sabes hacer bien, la que te permite utilizar tu talento y tus dones. Según Morrissey, son las cosas que te resultan fáciles de hacer y hacen que el trabajo parezca que no requiere esfuerzo. El último círculo es el de la misión, lo que aportas al mundo y lo que los demás necesitan. Cuando piensas en tu misión lo haces en aquello que sabes que tiene un impacto e importancias reales. El cuarto círculo es la misión. Es lo que aportas al mundo y que los demás necesitan. Tu misión es la sensación de que el trabajo que haces tiene un impacto y una importancia reales.
La intersección de los cuatro círculos es donde reside tu propósito, ese famoso ikigai. Pues para encontrarlo coge un folio en blanco, apaga el teléfono y quédate en silencio en un lugar en que te sientas cómodo, y aquí viene lo complicado: pregúntate ¿qué estoy haciendo cuando me siento más vivo? Apunta cada idea que se te venga a la cabeza. Escríbelas todas y reflexiona sobre esto al menos cinco minutos. Una vez que tengas una lista, busca temas en los que puedas agrupar esas experiencias. No tiene por qué coincidir con lo que estés haciendo para ganar dinero en este momento. Ahora solo interesa dónde se desarrollan la mayoría de las actividades como explica la experta.
Toca pensar en qué trabajo (o trabajos) podrías hacer que aprovechara tus intereses naturales y que además sirviera para ayudar a otros. No tiene por qué ser trabajar en una ONG. Un profesor ayuda a sus alumnos a aprender. Y un florista hace felices a los clientes en momentos especiales de sus vidas. Piensa en dónde se juntan tus cuatro círculos. Ahí está tu propósito.
Lo difícil no es encontrar tu propósito, sino atreverte a dar el paso y perseguirlo. Si tu propósito no coincide con tu trabajo actual y no crees que pueda hacerlo, tal vez es el momento de cambiar si tu situación te permite arriesgarte. Es el mejor abono para tu desarrollo personal y sí, también para tu felicidad. El cambio y el camino no serán fáciles, pero cuando conoces tu propósito y lo vives, te despiertas con ganas y sabiendo que eso que haces, está alineado con quien eres y con quien quieres ser.
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