Durante un único mes al año, un pedazo de la comarca de La Alcarria, en Guadalajara, se convierte en la Provenza española. Y ese momento es ahora porque han florecido las más de mil hectáreas que ocupan los campos de lavanda y lavandín de Brihuega. A tan solo 100 kilómetros de Madrid o, lo que es lo mismo, a hora y media de distancia en coche del centro de la capital.
Las primeras flores brotaron, en este rincón de Guadalajara, en la década de los 60. Fue gracias a Álvaro Mayoral, un vecino del pueblo que plantó unos esquejes después de haber viajado a Francia. No obstante, fue Emilio Valeros, perfumista de Loewe, quien convirtió estos campos en el lugar para la extracción de lavanda que es hoy en día.
Así que, el cultivo de estos campos de lavanda está dedicado a la producción de perfumes. De este modo, Brihuega se tiñe de morado todos los veranos y se inunda del olor de esta flor, alcanzando en el mes de julio todo su esplendor.
Más concretamente, las dos primeras semanas de julio son los mejores días para disfrutar de la belleza de los campos de lavanda de Brihuega para quienes busquen que las flores se encuentre en su punto culminante de floración. Sin embargo, la segunda quincena del mes también ofrece una estampa floral memorable mientras adquiere un tono grisáceo que culmina en la siega a finales de julio o principios de agosto.
Y es que, sí, los campos de lavanda de Brihuega se pueden visitar. Tanto de forma autónoma como con visitas guiadas (a solo 3 euros) los viernes, sábados y domingos a última hora de la tarde. Incluso el Ayuntamiento monta todo un programa de actividades que giran en torno a la floración de la lavanda.
El resto del pueblo también merece la pena una visita. Ubicada en el valle del río Tajuña, Brihuega es una villaque en el siglo XVIII fue sede de la Real Fábrica de Paños. Como otros pueblos medievales, conserva edificaciones de la época. Es el caso del Castillo de la Piedra Bermeja y la muralla en la que podemos disfrutar de remanentes de esa época como la Puerta de Santa María o el Arco de Cozagón.
Además, la zona del castillo cuenta con en su interior con un cementerio y una capilla de estilo gótico-mudéjar, considerada una joya del románico de transición. Sin duda, merece la pena recorrer cada rincón de su patrimonio histórico.
Foto de portada | Turismo Brihuega
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