En verano, no paramos de hablar del escote (lo mismo con los anticelulíticos) porque está ahí, más visible que en todo el año.
Seguro que si hiciéramos una encuesta, ganaría la opción: cuido mi escote pero más en verano. En épocas de frío no le prestamos tanta atención y además da más pereza realizar la rutina diaria de limpieza + tratamientos faciales con el escote a la vista.
En verano, andamos mucho más ligeras de ropa y es más fácil de acordarse y de aplicar crema o serum: aprovecha la estación del calor y llévate contigo la crema del escote o cualquier muestra antiarrugas, reafirmante o simplemente hidratante en el bolso.
Parece una tontería pero es de lo más eficaz. Estás en un restaurante, vas al baño a lavarte las manos y ves tu escote en el espejo: ¡horror!. En un par de segundos le aplicas esa crema que está en el bolso (y que en casa no te acuerdas de aplicar) y … ¡zas! tu escote ya ha recibido una ración diaria de alimento.
Luego por la tarde vas a refrescarte al baño de la oficina (ufff ya falta poco para acabar la jornada laboral). Oh oh, eso es mi escote y lo voy a mimar con un poco más de cremita. Segunda ración de tratamiento.
Se acabó el trabajo, te vas de compras y entras en el probador a probarte esa prenda tan fantástica que te mereces comprar. No voy a repetirte el cuento porque ya lo has pillado de sobras: cualquier momento fuera de casa es bueno para darle de comer a tu escote: a final de verano estarás orgullosa de él.
Foto | Selamina
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