Hace pocos años, cuando alguien hablaba de un SPA sólo una minoría muy branchée sabía que se trataba de un lugar donde se ofrecen servicios holísticos de bienestar y belleza con el agua termal como protagonista.
O lo que es lo mismo, unas termas, esos centros que parecen una idea muy moderna pero que los romanos ya en su época tenían como costumbre. Termas o SPA, las verdaderas disponen de aguas curativas que, por su composición, tienen distintas propiedades añadidas que benefician al usuario.
En plan moderno, el SPA o Salus Per Aquam , las aguas procuran una salud cuerpo-mente con dispositivos de lo más diverso (chorros de agua, jacuzzi) y masajes de lo más tentador. Para ese gran enemigo llamado estrés, es lo más. Menos medicaciones y más relajación efectiva.
Sea como sea, para que los centros se denominen SPA deben procupar esa salud a través del agua. Aunque los servicios añadidos de belleza y masajes se agradecen mucho. Pero mucho, mucho.
Foto | Caldea
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