François Demachy, maestro perfumista de Dior, nos invita a una escapada romántica por tierras italianas, haciendo escala en un pueblito marinero lleno de encanto, que sigue conservando todo el sabor de antaño, y que ha servido de inspiración para la elaboración de una fragancia a la que han llamado, como no podía ser de otra forma, Escale à Portofino.
François Demachy ha optado por interpretar la frescura clásica de una colonia que nunca pasa de moda, pero más femenina. Una fragancia inmediata, con la que podernos mimar y oler bien.
En este viaje por tierras italianas, predominan naturalmente las notas de hesperidios (cítricos): bergamota de Calabria, cidra italiana y petit grain de Sicilia. Demachy ha elegido dos variedades de cítricos para crear su petit grain (hojas y ramas): el limonero, por su aspecto vivo y el naranjo amargo clásico, verde y refrescante. Todo esto crea una frescura viva y suave.
Las notas de la almendra empiezan a vislumbrarse antes de convertirse en el corazón de la fragancia. Una esencia de almendra amarga, tipo “amaretto”, se combina con un delicado azahar. En el corazón de la fragancia, las notas aromáticas de la baya de enebro y los toques amaderados del ciprés y del cedro unidos al almizcle blanco. Lo bueno de la almendra es que prolonga la estela de esta fragancia fresca, pero con una estructura más compleja que la de una colonia.
El perfume se presenta en un frasco cilíndrico que me ha recordado un poco al de Boucheron o al de Lolita Lempicka. El ya habitual motivo de rejilla o cannage cubre el frasco, rematado por un bonito tapón plateado y estriado. Haciendo juego con el motivo del frasco, el estuche color marfil reproduce también el motivo de rejilla. Un motivo que transmite toda la elegancia de Dior.
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