Sé que ya lo he dicho en otras ocasiones, pero es que el mundo del cosmético es una continua evolución, un campo lleno de innovaciones, de aplicaciones de nuevas tecnologías, un constante cambio. Sin embargo, hay productos de toda la vida que se resisten a caer en el baúl de los recuerdos y que, aunque nos evoquen épocas pretéritas, siguen estando en los armarios de maquillaje de muchas de nosotras.
Así, porqué no ver algunos de esos productos que muchas seguimos usando y que comenzaron a hacerlo nuestras abuelas. Olores, tactos, sensaciones… que nos trasladan a otros tiempos, pero que siguen estando igual de vivos que siempre. Tal es el caso de la marca Myrurgia.
Maderas de Oriente de Myrurgia, los inicios
A modo anecdótico, os contaré que hace unos días estaba tomando un café con una amiga y su madre que sobrepasa con creces los 60 años. El caso es que la señora hubo un momento que me preguntó cómo hacía para tener siempre el maquillaje tan perfecto (exageró un poco), sin brillos, con un aspecto uniforme. ¿Mi secreto? Pues además de que mi piel es seca y no suelo tener brillos, que no soy de tomar el sol por lo que la mayor parte del tiempo tengo un cutis muy claro, mi secreto reside en los polvos compactos, como habréis deducido. Eso sí, lo que la madre de mi amiga no podía imaginar es que la marca que yo más uso de polvos es Maderas de Myrurgia. Y es que según oyó esto, me preguntó ¿pero la misma que usaba mi madre? Efectivamente, esa misma marca.
Para que os pongáis un poco en situación, Myrurgia surgió como una empresa familiar allá por el año 1916 en Barcelona. Se especializaron en productos de belleza como los maquillajes, colonias, jabones, perfumes… poniéndole un toque oriental (con las “Maderas de Oriente”), jugando con el exotismo hispánico (“La Maja” imagen de sus jabones), incluso con la sexualidad. Todo ello supuso que no sólo consiguiesen un renombre en su tierra, sino que también se extendiese más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, en el año 2000 la empresa fue adquirida por Puig donde “reside” actualmente pero sin perder su esencia.
Por mi parte, recuerdo ciertos productos de estos en el neceser de mi abuela, así que cuando allá por mis años de carrera universitaria – hace ya más de diez años – alguien me recomendó de nuevo la marca tuve como un regreso al pasado, ¡y qué acertado!
Maderas de Oriente de Myrurgia, un imprescindible en mi neceser
Desde entonces he probado muchos polvos compactos, marcas de low cost, hasta Clinique, Dior… Sin embargo ninguno me ha convencido tanto como mis polvos de Maderas, qué queréis que os diga, ese acabado aterciopelado, suave, que se mantiene bastante intacto con el paso de las horas del día, junto con ese ligero aroma tan evocador, no lo he conseguido con ningún otro, así que durante todo este tiempo siguen teniendo su lugar privilegiado entre mis cosméticos.
Dos son mis favoritos dependiendo de la época del año: para el invierno por eso de que estoy más blanca todavía, opto por el número 04 Trigueño, que va perfecto para mi tono; por su parte para el verano, prefiero darme un poco más de color (el moreno también ayuda, aunque como os digo no soy de ponerme mucho al sol) y opto por el número 16 Corinto. Sin embargo hay una gran variedad de colores y tonos para que cada una encuentre el que mejor le va.
De hecho, tan buenos me han resultado siempre que probé con el lápiz de ojos que es bastante bueno y el maquillaje líquido, aunque con éste no quedé tan contenta porque son bases muy mates que resecan un poco (al menos la que yo probé) y que además me equivoqué con el tono. Sin embargo, tampoco dudo que me haga con otras versiones por si alguno fuese más con mi tipo de piel.
¿Dónde se pueden comprar? Pues de primeras los descubrí en El Corte Inglés porque en las tiendas normales de cosmética no los tienen, aunque pronto descubrí que también los vendían en algunas tiendas más “de toda la vida”, como esas típicas droguerías que lo mismo te venden un litro de colonia, que una botella de lejía, que unas pinzas de depilar ¡Y yo encantada!
El precio de los polvos ronda los 9 euros, algo de lo más asequible y más viendo lo que hay en el mercado. Bueno, bonito, barato. Si lo usaban nuestras abuelas y sigue en el mercado, malo no puede ser, ¿no os parece? A mí, desde luego que no me los cambien.
¿Qué os parecen estos productos de siempre?
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