Oímos hablar del capital solar de nuestra piel pero no todo el mundo tiene claro qué es. Y lo que es más preocupante, mucha gente cree que se reinicia cada año, un error que puede costar importantes daños cutáneos, desde insolaciones hasta cáncer de piel.
Nacemos con un capital solar determinado, una capacidad de defensa contra los efectos negativos de los rayos de sol sobre la piel. El organismo se defiende con la secreción de melanina, creando más queranocitos que engrosan la epidermis. Estas reacciones defensivas se ponen en marcha naturalmente cuando nos exponemos al sol: es nuestro capital solar.
El capital solar es limitado, cada uno de nosotros tenemos una cantidad determinada, como una reserva de la que vamos tirando. Se añaden los cuidados que le proporcionamos a la piel al aplicarnos el protector solar pero aun así hay personas a las que se le agotan los escudos, se le termina el capital solar y empiezan los problemas de piel.
Eso sucede por los excesos de sol, por una insolación desafortunada que gastó muchas defensas naturales, por no utilizar el índice de protección solar adecuado a cada fototipo de piel. Pensamos que, como solucionamos el eritema solar con aloe vera o un aftersun potente, ya se solucionó.
El capital solar no tiene la propiedad de hacer borrón y cuenta nueva, ojalá fuera así. Por fuera la piel se ve morena, por dentro va gastando sus armas de defensa. Por eso es tan importante tener cuidado y la moda del bronceado no ayuda. Queda la concienciación social.
Ser consciente de que esta memoria de la cantidad de agresiones que sufre la piel debido a los rayos solares no entra en saco roto, se acumula desde que nacemos y, una vez agotado, pueden aparecer arrugas, manchas pigmentarias, sequedad extrema, tumores benignos e incluso lesiones cancerosas. Dosifícalo, no lo agotes. Cuida tu piel bajo el sol.
Foto | Luza
En Trendencias Belleza | Una campaña de concienciación nos dice: “no te frías al sol”