En anteriores post he abordado tímidamente algunas ideas para llevar mejor la "vuelta a la realidad" y mejorar la sintomatología que en muchos casos padecemos en el retorno a la rutina después de tantos días de ocio y descanso. El término síndrome postvacacional es uno de los términos que hacen referencia a procesos psicológicos y físicos que, si bien siempre han existido, se han intensificado en los últimos años, y ahora se identifican, abordan e intentan tratar. Éste en concreto, define el estrés o la apatía que algunas personas sufren a la hora de reanudar la rutina y obligaciones laborales tras un periodo vacacional.
Sabéis que la vuelta es un gran momento para cuidarse físicamente, reforzando y prolongando los efectos del verano con tratamientos adecuados como exfoliación, hidratación, mascarillas, buena alimentación y deporte, pero lo cierto es que sin un buen estado de ánimo, es muy difícil que todo lo anterior funcione.
Durante las vacaciones los hábitos suelen cambiar por completo, para pasar de la responsabilidad, horario controlado y estrés, al ocio, descanso y tiempo libre. Es entonces cuando, paramos y somos conscientes de lo que queremos, tomamos conciencia de nosotras mismas, y nuestras elecciones pasan a ser la prioridad. Por eso, la vuelta resulta tan dura; de una manera vertiginosa, todo aquello desaparece, y las obligaciones y realidad cotidiana toman de nuevo protagonismo, ocasionando muchos síntomas conocidos como síndrome postvacacional.
¿Tienes alguno de estos síntomas?
Volver al trabajo, a lo rutinario, y saber que el frío invierno llegará, es para algunos realmente pesaroso, cuando no traumático, y suele afectar tanto a nivel mental y emocional como físico. Médicos y psicólogos, afirman que en este momento del año es muy común identificar manifestaciones como estrés, apatía, falta de motivación e interés, nerviosismo, ansiedad, cansancio, sueño, falta de apetito, dificultad para la concentración, irritabilidad o tristeza.
Desde mi experiencia personal, puedo reconocer que en el pasado, la premura por tener todo al día a la vuelta de vacaciones, en ocasiones me llegó a causar cierta ansiedad. Los años me han enseñado que, pese a que el trabajo y obligaciones requieren toda mi atención, debo aceptar como normal cierta pereza inicial y a no sentir angustia por no tener todo al día desde el minuto cero. También he comprobado que rindo más, o al menos igual, si actúo de manera progresiva, sin dejar que los nervios se apoderen de la situación, y me otorgo unos tiempos razonables.
Consejos para reducir la sintomatología
Es común a las recomendaciones de expertos en salud, el consejo de intentar regresar con un margen de tiempo, al menos dos días antes, a la vuelta al trabajo, y volver a la rutina de manera transitoria. Esto implica no pretender solucionar todas las tareas atrasadas de la manera casi instantánea que algunos pretendemos. Cuando regresamos de vacaciones, es muy normal encontrar papeles y tareas pendientes, que se suman a las nuevas.
Si bien es cierto que la velocidad cambia, y el ritmo exterior puede llegar a parecer frenético, es importante guardar la calma y mantener un rumbo fijo en el interior. Una sugerencia es ponerse pequeñas metas e intentar ir solucionando y gestionando el trabajo poco a poco. Pensad que no somos las únicas que regresamos de vacaciones, por lo que el resto de personas que pensamos esperan, también necesitarán un breve periodo de transición para ir poniéndose al día.
Intentar que la vuelta a la rutina no sea radical es fundamental, organizar el tiempo y divertirse. Una buena opción es realizar actividades adicionales que reporten algo de "color" a nuestra vida. Funciones que nos recuerden alguna de las que llevábamos a cabo en vacaciones.
¿No os anima la idea de, tras la jornada laboral, ir a tomar algo con los amigos, dar un paseo o salir a cenar fuera? Llevar a cabo algún tratamiento de belleza, comprar un color de labios que nos acompañe en otoño, ir al cine, tomar helados, una conversación agradable..., son pequeños estímulos, ilusiones que nos apartan de la rutina, nos conceden pensar en nosotras y mimarnos. Cualquier actividad o capricho, que nos permita desconectar y sentirnos cuidadas de alguna manera, está concedido. Gestos que nos ayuden a regresar a nuestro día a día paulatinamente. Seguro que cada una tiene una fórmula compatible con su rutina, sólo hay que llevarla a cabo.
No olvidéis practicar deporte porque ayuda a liberar endorfinas, mejora el estado de ánimo, nos hace sentir mejor y dejar de lado la sensación de tristeza que puede provocar el hecho de que las vacaciones han llegado a su fin.
Una buena actitud, el contacto con la naturaleza y salir con buenos amigos son claves para pasar grandes momentos. Recordad siempre que para estar bien fisicamente, es primordial una buena gestión interior. El otoño ofrece alicientes extraordinarios, y mi intención es atrapar los buenos momentos. Recuerda siempre que sonreír y ser positiva es la mayor fuente de belleza que conozco. ¿Practicamos un poco?
Imágenes | #2, #3 Pixabay
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