El maquillaje es un arte que se aprende practicando, no cabe duda, pero a veces es necesario un poco más, por ejemplo, cuando no sabemos cómo usar un producto nuevo. En estos casos, los cursos de maquillaje constituyen una ayuda excelente, donde podemos recibir consejos de maquilladores más o menos expertos (según la suerte y dónde los tomemos) en las técnicas básicas del maquillaje.
Antes de tomar un cursillo es conveniente saber cómo se desarrollará. Los más habituales, en perfumerías, suelen ser personalizados, con un maquillador que se dedicará únicamente a nosotras. A menudo estos cursillos duran muy poco, un par de horas como mucho, pero ya que estáis solas el tiempo rinde mucho.
También existen cursillos más largos, de varios días inclusive. Y también aquí hay diferencias, claro. Por un lado tenemos los ‘tradicionales’, en que el maquillador-profesor escoge a una modelo de entre las alumnas y muestra las técnicas de maquillaje sin que las demás alumnas puedan practicar.
El otro tipo de cursillo es el de ‘mesa redonda’, en que el maquillador va enseñando las técnicas en todas las participantes, de modo que todas las alumnas puedan probar en su propio rostro lo aprendido. Yo prefiero con mucho este sistema puesto que el maquillador puede corregir fácilmente nuestros errores, al mismo tiempo que aprendemos de los comentarios que hacen a nuestras compañeras.
En cuanto al temario, muchos cursillos también incluyen lo básico acerca del cuidado facial, haciendo hincapié en la preparación del rostro antes de aplicar la prebase, base, sombras y todo lo demás. Si tenéis la suerte de contar con un maquillador experimentado, podéis recibir consejos acerca de los cuidados apropiados para vuestro tipo de piel.
Los cursillos específicos de las marcas son una excelente oportunidad de probar su maquillaje y ver si os gusta en cuanto a textura y duración. El problema es que a veces los cursillos son caros (en ocasiones ese dinero lo ‘devuelven’ en productos) o si es ‘gratis’, os tenéis que comprometer a comprar una cantidad fija de dinero o productos de la marca.
El año pasado tuve la oportunidad de tomar uno y os diré que quedé muy contenta con los resultados. No solo aprendí cosas básicas, sino también algunas recetas específicas para las características de mi rostro, como el maquillaje para ojos separados o cómo afinar un rostro redondo usando polvos bronceadores. También adquirí mucha más confianza para maquillarme, porque como mi profesora solía decir, ‘no tengáis miedo de maquillaros, si no os gusta el resultado, siempre os lo podéis quitar’.
Encontraréis cursillos en perfumerías (Sephora ofrece uno de una hora, por 20 euros), grandes tiendas, centros de estética e incluso entidades como las obras sociales de algunos bancos o los ayuntamientos.
Dicho todo lo dicho, ¿os apuntaríais a un curso de maquillaje? ¿Lo habéis hecho ya? Soy toda oídos a vuestros comentarios.
Imágenes | Vancouver Film School, Video4net
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