Hablando con una amiga sobre su perfume habitual, me comentaba que se le había terminado y que estaba esperando para comprarse un frasco nuevo. Me vio cara de intriga: “como ahora no salgo con nadie, ahorro perfume”. Es de las que se perfuma para los demás.
Creo que el gesto de perfumarse es antes que nada para disfrutarlo tú misma, el placer de haber seleccionado una fragancia que te gusta y que te inspira, saber que la llevas incluso cuando al cabo de un rato ya no puedes sentirla. Por supuesto que también es un placer que los demás te digan que hueles muy bien, que te pregunten qué perfume llevas porque les ha enamorado.
El problema es cuando a una persona muy cercana a ti le horroriza tu perfume, ese que llevas desde hace tantos años y que tanto te gusta. Has intentado a veces cambiarlo por otro, por el gusto de cambiar, pero no ha sido posible: eres fiel a tu fragancia y no quieres otra.
Entonces encuentras al hombre de tu vida y, espero que con mucha diplomacia, te dice que no le gusta nada. Puede que te regale uno nuevo por tu cumpleaños o por vuestro aniversario, sabiendo que siempre usas el mismo perfume. ¿Qué haces? ¿Cambias tu perfume de toda la vida por otro?
Es un tema quisquilloso porque quieres gustar en todos los aspectos a tu pareja. Una prima mía lo hizo por su marido, cambió de perfume por otro que les gustó a ambos. Mi tía estaba sofocada de enfado porque decía que eso era perder algo de personalidad, bla, bla, bla. ¿Qué pensáis vosotras?
Foto | Leah Makin Photography
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