Hay artículos que inspiran e invitan a reflexionar, como el que ha escrito Bryce Gruber, editora de The Luxury Spot donde cuenta los motivos que tiene para amar su gran nariz.
Leyéndola me he sentido identificada en diversos puntos y me he dado cuenta de que yo también tengo muchas cosas que agradecer a mi nariz XL, y seguramente no soy la única ¿Hacemos un repaso?
Buscando alternativas
Una de las cosas que te enseña una nariz grande, especialmente en la adolescencia, es que no vale la pena atormentarse por lo que consideramos exageradamente defectos físicos. Al principio aprendes a fijarte más en las cosas que te gustan de ti, los ojos, los labios, el tono de piel… ¡lo que sea! pero en esa faceta sigue existiendo un rechazo.
Algo parecido al que me provocaba entonces la frase, tantas veces oída, de que una nariz diferente confiere personalidad ¡Lo que hubiera dado a los 15 por cambiar ese aparente carácter por un perfil estándar! Pero ahora soy consciente que mis esfuerzos por superar ese complejo si han dejado huella en cómo soy actualmente.
Como en general no me gustaba mirarme al espejo, me especialicé en observar lo que sucedía a mi alrededor y me di cuenta no solo de que me proporcionaba un gran alivio, sino además de que el mundo no giraba alrededor de mi nariz y había millones de cosas más interesantes que hacer o en las que pensar, con las que ocupar mi tiempo.
Todos tenemos virtudes, aunque nos cueste casi más reconocerlas que los defectos. Entre las mías está ser observadora, saber escuchar, empatizar con los demás, ser resolutiva… ¿Habría desarrollado todas esas cualidades sin esta nariz big size que me empujó a abrir los ojos al resto de la gente?
Nunca lo sabré, pero si me paro a recordar la frustración que me generaba de cría no encajar en los cánones de belleza, puedo reconocer perfectamente que contribuyó a hacerme más fuerte y a aprender a disfrutar de lo realmente importante.
Algo que me gusta mucho del artículo de Bryce, es cuando habla del nacimiento de su hija y de cómo estaba preparada para ser un ejemplo y apoyo en el caso de que naciera con una nariz como la suya. No ha sido el caso, pero sabe que lo que ha vivido sirve también para cualquier otra cosa, al fin y al cabo ¿quién se siente seguro de todo en todas las etapas de su existencia?
No somos invisibles
Otra cosa que me ha hecho también gracia del artículo y en la que me reconozco, es en el exotismo y la multiculturalidad que te suele atribuir la gente solo por tener una nariz grande. Griega, italiana, árabe, turca, gitana, brasileña, húngara… ya sé que es una tontería, pero me encanta que confundan tan creativamente mis orígenes, además va muy acorde con mi árbol genealógico que tiene un poco de todas partes.
Para bien o para mal, todo el mundo suele recordar nuestra cara y encima muchas veces dan por sentado que somos personas más interesantes… ¿Qué necesidad hay de llevarles la contraria?
Bromas aparte, recuerdo cuando todavía era una adolescente que se quería operar y mi padre para disuadirme me ponía ejemplos de belleza como Barbra Streisand o Anjelica Huston… entonces me enfadaba tanto, pero hoy me doy cuenta de lo bonito de sus palabras.
Él siempre me vio guapísima, al igual que las personas que me quieren o que algún día me quisieron. Por nada del mundo me cambiaría esta nariz con la que he tenido la suerte de vivir mi vida, y lo que me queda.
Por todo eso yo, al igual que Bryce Gruber, también quiero declarar que AMO mi nariz grande, así en mayúsculas, y al que no le guste… la respuesta es sencilla ¿verdad?
Fotos | Facebook Bryce Gruber
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