Daniel parece haberse acostumbrado a vivir entre rejas. Al fin y al cabo, no le queda otra opción. O aprende a soportar las circunstancias o sus días se convertirán en un auténtico infierno. Al parecer, el hijo de Rodolfo Sancho se ha marcado una rutina y se esfuerza por mantener la mente ocupada. Además, recibe un importante apoyo desde el exterior.
Más allá del amor de sus padres, Daniel cuenta con el cariño de la mujer con la que tantos momentos vivió. Se trata de su abuela Noela. Al parecer, la conexión entre ambos siempre fue especial. Solían compartir paseos, charlas y carcajadas. A su avanzada edad, Noela ve imposible viajar hasta Tailandia para visitar a su nieto, pero le envía regalos para hacer más ameno su encierro.
Al parecer, Daniel recibe "libros en inglés y castellano para que llene con la lectura las largas horas de silencio en la cárcel". Su abuela es la encargada de enviarle los escritos y él los recibe agradecido. Ambos se extrañan y esta es la fórmula que han encontrado para sentirse cerca.
El joven, lejos de lloriquear por los rincones, parece haber encontrado el modo de vivir encerrado. Tiene un buen amigo austriaco con el que se comunica en inglés y ocupa sus horas "aprendiendo tailandés o haciendo meditación", cuentan en La Razón. "Cuando puede, practica el Muay Thai, un deporte de contacto en el que se permite golpear con los pies, las manos, los codos o las rodillas", explican.
Fotos | Y Ahora Sonsoles / YouTube
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