Paradise Hills es una de esas joyitas del cine que nos sorprenden de vez en cuando. Y está destinada a conectar con las generaciones más jóvenes no solo por su fotografía sino también por su trama.
El debut cinematográfico de la directora española Alice Waddington reflexiona sobre "la presión de los jóvenes de aparentar lo que no son", así lo declaró la bilbaína en Sitges. Pero destaca como ninguna otra película hacía tiempo por su maravilloso estilo visual. Toda ella parece pasada por un filtro de Instagram rosa.
Con un vestuario cuidadísimo, un escenario exquisitamente decorado y un trabajo de cámara (planos y encuadres) que destaca por su belleza estética, esta película de bajo presupuesto brilla con luz propia entre la cartelera de este momento. Y que actrices de la talla de Emma Roberts y Milla Jovovich aparezcan en ella y se presentara en los festivales de Sitges y Sundance solo confirma nuestra apuesta por ella. (También que Guillermo del Toro se interesara por ella desde el principio).
¿La historia? La de un misterioso internado ideado para reformar a chicas rebeldes cuyos padres envían allí para que encajen con el tipo de entorno en el que viven.
Un lugar precioso llamado Paradise Hills que es regentado por una duquesa (Milla Jovovich) al que llega una chica de buena familia llamada Uma (Emma Roberts), una joven que rechazó una propuesta de matrimonio de un rico y su familia envió allí para que cambiara de opinión. Ella descubre que este magnifico lugar no es tan idílico como parece. Y la trama gira en torno a este acontecimiento y a la búsqueda de una explicación de Uma y sus compañeras de cuarto (cada una encerrada por un motivo diferente entre los que se encuentran ser más extrovertida e incluso adelgazar).
La intención de la directora con la película está clara. Es una distopía feminista que pretende simbolizar la lucha de las mujeres contra una sociedad patriarcal. Pero la forma en la que lo hace es lo interesante. Mediante el ambiente de cuento de hadas y el género fantástico y de ciencia ficción de estética dulce. Y es precisamente el choque de esta estética con el horrible futuro presentado lo que hace que el film atraiga más. Esto, y los momentos musicales.
En Paradise Hills las chicas usan uniformes que son una mezcla entre tutús y armaduras medievales. De día llevan vestidos blancos de vinilo acolchado, punto de lycra y terciopelo de algodón y de noche, vestidos plisados de tul mórbido y tutú. Un armario que bebe del mismísimo McQueen, Vivienne Westwood o el más actual Iris Van Herpen.
Y la duquesa no se queda atrás. Ella va vestida claramente inspirada en la alta costura. No hay más que ver su vestido campestre de cloqué y organza con sombrero de paja trenzada al más puro estilo Dior.
Alberto Valcarcel es quién está detrás del vestuario del largometraje y hace un trabajo espléndido. 200 piezas de indumentaria que elaboró junto a su equipo en apenas un mes y medio. Todas hechas a mano, incluso un maravilloso traje de rosas preservadas naturales que bien podría parecer hecho por ordenador. Estámos seguras que el hecho de que la directora haya trabajado como fotógrafa de moda anteriormente ayudó mucho a que tomara está estupenda decisión al seleccionarle como figurinista.
Como referencias los expertos señalan desde los videoclips de Katy Perry al videojuego Final Fantasy, pasando inevitablemente por Tim Burton. Algo que hace que la desconocida bilbaína que firma con pseudónimo (en realidad se llama Irene) conecté con las generaciones jóvenes. Ella pertenece a su misma generación, actualmente tiene 29 años y tenía 27 cuando dirigió el film.
Definitivamente, después de esta opera prima tendremos a Alice Waddington en el punto de mira. Podría ser la próxima Sofia Coppola española.
Fotos | Paradise Hills