Está bien hablar de los más vanguardistas, rendir culto a Gareth Pugh en su estreno en la Semana de la Moda de París, hacer la pirueta con John Galiano, o quitarse el sombrero ante Karl Lagerfeld y Chanel, pero lo cierto, es que una marca como Hermès siempre predomina y destaca sin necesidad de buscar el lado excéntrico, sólo apostando por la clase.
Las grandes modelos saben de este hecho, y por eso pudimos ver a Naomi Campbell o a Chanel Iman (quien tuvo un papel sobresaliente en París) subirse a la pasarela de Hermès y lucir sus últimos modelos destinados a la primavera-verano de 2009.
El marco fue el lejano Oeste, decorando la pasarela para la ocasión con cactus, una luz para imitar cierta sombra de arena y de fondo, la apariencia a un atardecer de Western. Algo que no es trivial, porque Hermès se inspira para su colección en este mundo y dota a todas las modelos con los típicos sombreros que hemos visto en cientos de películas.
Por desgracia, los adjetivos de lujo y alta clase que se le añaden a la marca francesa, no siempre tienen que ir ligados a una colección magnífica. La nueva que propone Hermès ha desilusionado bastante a los seguidores, ya que uno se espera la elegancia de vestidos de gala o de conjuntos de chaqueta y pantalón impecables. Jean Paul Gaultier no ha acertado en esta ocasión.
Aunque siempre hablamos en general, porque luego en particular, y dejando a un lado lo que podíamos esperar, la colección nos trae interesantes propuestas que también merecen nuestra atención, como el conjunto elegido para ilustrar la revisión, donde Chanel Iman con un pañuelo de la firma se cubre y luce un look de playa perfecto. Ahora bien, parece estar pensado para algo más que para la playa, y ahí sí que cojea. Porque las otras opciones también en ricos colores sí que pueden ser más ponibles, pero el hecho de ir enseñando la lencería todo el día, no es de una marca con tanto prestigio.
El estilo cowboy quizás se vuelva a llevar la siguiente temporada, ya que Gaultier no es precisamente un aprendiz y algo hay tras la colección. Si no, las botas de ante no tomarían la forma del Western, las tiras vuelven a decorar los complementos y la ropa, y el sombrero es el complemento indispensable en cualquiera de sus modalidades.
La elección de las tonalidades va desde el blanco puro hasta el negro, pasando por el clásico marrón del Oeste, que predomina frente al resto en toda su gama, sobre todo en los colores más suaves, donde el beige decora chaquetas y faldas.
La vuelta de Stephanie Seymour es algo destacable, con un vestido blanco abierto y combinado con el clásico juego del negro, tanto en complementos, como en ropa interior o calzado.
En conclusión, una línea que da para hablar largo y tendido, con complementos magníficos, destacables propuestas pero con un leitmotiv común que desentona. Yo prefiero quedarme con anteriores colecciones que con la actual.
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