Entramos en Instagram y la boca se nos hace agua. Las imágenes son tan sugerentes, tan apetitosas y tan impactantes que casi lo podemos saborear. Pero, ay, cuando tenemos la oportunidad de hacerlo, aquello no sabe para nada a lo que habíamos esperado. Y por supuesto, jamás podría competir con las torrijas de nuestra madre.
Estamos hartos de escucharlo: quinoa, kale, chía, esa cosa que parece un brécol enano… Nuestra salud depende de que tomemos estos alimentos superpoderosos, que además de cuidarnos están deliciosos. Pero, a la hora de la verdad, muchas de estas tendencias que vemos a nuestras healthy-bloggers favoritas no son ni tan fáciles de encontrar, ni tan sencillas de hacer y -lo peor de todo- no están tan ricas como parecen. De verdad.
1.- Los smoothies saludables.
Tengo que reconocer que tomar batidos siempre ha sido uno de mis hobbies favoritos. Una forma práctica de tomar todas las piezas de fruta que no me apetece comer. Pero en el momento que las últimas tendencias saludables me sugieren que añada lechuga, espinacas, apio ¡o boniato! a mi smoothie diario, la cosa deja de ser tan dulce, para pasar a convertirse en un sucedáneo de las papillas que tomaba de pequeña. Fresas y plátano con leche de soja = bueno. Lechuga, apio-nabo y remolacha con agua de coco = puag.
2.- Los cócteles detox.
A mí la palabra cóctel ya de por sí me parece la antítesis de todo lo saludable. Es más: tengo la impresión de que cualquier cosa que lleve alcohol no puede entrar en esa categoría. Estoy segura de que quien sea que lo haya inventado lo ha hecho con la excusa de poderse tomar uno sin sentir remordimientos. En las fotos quedan preciosos, con esos colores impactantes y todas las cosas que les han echado por encima, pero ¿de verdad puede estar bueno algo que mezcle vodka con kale, remolacha o pasta de judías negras?
3.- La quinoa.
La quinoa es la estrella de la cocina sana. Contiene muchas más proteínas y grasas que otros cereales, con mucha menor cantidad de hidratos. Un súper alimento que además presume de tener un bajo índice glucémico (ideal para los que desean adelgazar comiendo sano) y además ayuda a controlar los niveles de colesterol. ¡Quinoa para todos! O eso al menos lleva la FAO intentando desde el año 2013, año que declaró el de la quinoa. Además, en es super fotogénica. Pero el otro día pedí un rissotto de quinoa y arroz rojo en un restaurante y aquello no sólo estaba insípido, estaba en la otra punta del universo de las cosas que están ricas. Incluyo en esta categoría también a las semillas de chía, la maca en polvo, “hemp seed” o semillas de cáñamo y el acaí. No os lo toméis a mal: seréis muy sanos, pero nada que ver con la paella de mi suegra, chicos.
4.- Los germinados.
Son la cumbre del "cuquismo instagrámico". Y las healthy bloggers no sólo lo saben, las más top lo producen en su propia casa y coronan sus creaciones culinarias con estos pequeños brotes tan monos, miniaturas de sus alimentos favoritos. Los de alfalfa, de soja, de lentejas o de brócoli, por ejemplo, son de los más populares y están repletitos de beneficios. La verdad es que asco, asco no son porque son tan pequeños que apenas se aprecia su sabor en el plato. Entre esto y tomar nada apenas hay diferencia. A no ser que des con unos germinados de cebolla, claro. Entonces será como masticar tus propias lágrimas.
5- El café Nitro.
Tan oscuro, tan cremoso y tan lleno de espuma que parece una cerveza negra. Pero en realidad es un café combinado con nitrógeno, con un resultado tan increíble, según sus fans, que no necesitas añadirle ni azúcar ni leche. ¡Y claro, ahorras un porrón de calorías! Pero con el nitrógeno, el café se vuelve tan, tan, tan intenso que con sólo medio vaso parecerá que te has tomado dos tazas de espresso y te puede dar un "jamacuco". Tampoco podemos olvidar que cada lata de 325 ml cuesta la friolera de 4,50 dólares.
6.- Los zoodles o verduras espiralizadas.
Siguen siendo un fenómeno foodie durante este 2016. Se trata de una técnica que consigue dar forma de espaguetis o fídeos chinos a piezas de verduras enteras. Traducción: una forma estupenda de engañarte a ti mismo y pensarte que te estás zampando un plato de tu pasta favorita, cuando, en el fondo, te estás trasegando un calabacín o unas zanahorias. Y ahí, amigos, es cuando se nota la diferencia. Porque el aspecto y la forma de cocinarlos es muy parecido, pero, ay, el sabor no tiene nada que ver. O, como dirían mis hijas: “esta es la primera vez y la última que nos engañas.”
7.- Los chips de coles de Bruselas.
Son el nuevo kale. El nuevo “arg”, vamos. Pertenecen a la familia de las crucíferas, como la colifor, el bok choi o el brécol, entre otros) y, como sus primos, presumen de proporcionar una megadosis de antioxidantes y de un olor penetrante que tira para atrás en toda la escalera de tu comunidad de vecinos. Pero la nueva forma de comerlos no tiene nada que ver con recocerlas y rehogarlas "Modo Madre" o intentar ingerirlas a base de mayonesa a porrillo. Los expertos recomiendan cocinarlas como si fueran chips de aperitivos. El resultado se puede resumir en frustración y más frustración. Y un insulto para todas las patatas del mundo que cada día se ofrecen en sacrificio para que nosotros seamos más felices.
Seguro que hay muchas más tendencias healthy que he pasado por alto. Y lo más seguro de todo: que volveré a auto-engañarme una y otra vez, hipnotizada por las preciosas fotos que suben a Instagram mis bloggers favoritas. Y una y otra vez volveré a pensar que sí, que serán muy sanas, lo mejor para lucir una piel radiante y dar unos resultados excelentes en mis próximos análisis médicos, pero no saben tan bien como parecen. Y jamás se podrán comparar con la ensaladilla rusa de mi madre.
Fotos: Dimes NY, Arley Mark, Helthination.
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