La simplicidad vuelve a ser la clave de un Stefano Pilati más oriental que nunca, el mejor homenaje al maestro Yves. La austeridad japonesa que inspirara a un Saint Laurent tan fascinado por la sobriedad oriental como por la calided y el colorido del mundo árabe, es la clave de esta colección: sobriedad al cien por cien.
Siluetas globo, kimonos, cortes cuidados hasta el extremo, colores serios y combinaciones clásicas son las premisas de un verano que parece parco y sereno pero que resulta absolutamente excitante gracias a que Pilati no descuida su lado transgresor e inquieto y juega a conjugar solemnidad, rigidez e innovación.
Siempre sorprendiendo.
Los trajes pantalón son como siempre una constante invariable, y esta vez las cinturas se suben y las chaquetas se acortan: el blazer se hace mini.
El gris, color fetiche del diseñador, vuelve con fuerza en vestidos impecables, de largo por debajo de la rodilla (lo que os decía el otro día del nuevo largo de las faldas, parece que se alarga hasta el verano que viene) y perfectos para el prototipo de parisina chic.
Hay cabida también para las transparencias, en camisas de seda casi imperceptibles, debajo de falas lápiz con vuelo o versiones muy particulares del kimono.
Por la noche aparecen los brillos y los vestidos de paillettes, strapless, o de manga larga, son la mejor de las opciones.
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