No fui consciente de la cantidad de cáscaras de plátano que tira la gente al suelo todos los días hasta que adopté un perro. A veces, más que una mascota me parece que lo que tengo yo es una aspiradora. Entre que parece ser de naturaleza glotona y que en su antigua casa pasó hambre, mi peludo tiene mentalidad de posguerra española y en los paseos está verdaderamente determinado a echarle una mano a los barrenderos con todo el pan, chicles, frutas... y hasta marisco que la gente tira donde no toca.
Os sorprenderiaís y, sería gracioso, sino fuera una guarrada y peligroso para perros como el mío, que se transforma en la niña de El exorcista cada vez que hay de por medio un mendrugo mohoso de por medio. Así que he preguntado a otros dueños de lomitos con el mismo problema (ya sean dóberman, pequinés, pastor alemán...) por cómo han conseguido ponerle remedio al asunto.
"No" sin gritar pero contundente
De los dos perros con los que convive Jesús León, a la más pequeña la describe como "una máquina de rastrear cualquier cosa comestible". Nos explica que, como fue abandonada y tuvo que sobrevivir así, lo tiene interiorizado. El trabajo que realiza con ella, cuando coge algo por la calle, es indicarle que "no" y esperar a que lo suelte. Esto lo hace sin gritar pero con tono contundente y deteniéndose en seco. No siguen el paseo hasta que lo suelta. También sucede que, a veces, logra anticiparse y ver la cosa antes de que la perra pueda cogerla. En esos casos, le dice "no" y siguen su camino. Reconoce que la teoría suena más fácil de lo que luego resulta en la práctica pero también que "algo" van mejorando.
Trueque por chuche
Desde que, un día, Alberto García pasó diez minutos intentando sacar un esqueleto de pájaro de la boca de su perro, no lo quedó más remedio que enseñarle a no comer nada. Para hacerlo, lo acercaba a cualquier cosa que quisiese comerse y, en su lugar, le daba una chuche. Al principio no siempre funcionaba pero, con el tiempo y mucha paciencia, nos cuenta que ha conseguido que ya no se coma todo lo que ve. Además, para enseñarle al peludo cualquier cosa, no siempre utiliza la comida de por medio y, en el caso de hacerlo, intenta que la cantidad sea lo mínimo posible.
Aprovechar el paseo para darle su ración
Hace casi un año que a la familia de Carmen se incorporó una perrita de seis meses de la perrera. Como fue encontrada en la calle, no conocen su pasado y, además, al ser perra de caza, siempre va con el hocico pegado al suelo por instinto. En casa tiene prohibido entrar en la cocina pero aprovecha cualquier ocasión para colarse. No obstante, como sucede en estos casos, los paseos son lo más complicado porque los perros así tienden a tirar mucho y la suya no es una excepción.
Es por ello que Carmen aprovecho las salidas para darle su ración de comida. Así, cada vez que ve peligro al frente o cuando quiere llamar su atención, hace un ruido específico que reconoce como “si la miro, me cae comida”. Si responde como debiera, tiene premio. Si no lo hace, sigo insisiento. También nos cuenta que juega con ella a dejarle pienso por el suelo para que lo busque. De este modo, refuerza lazos econ ella, trabaja sus respuestas, la cansa física y mentalmente y evita que coma otras cosas. Eso sí, reconoce que hay días mejores que otro, pero que han mejorado "infinito" desde sus inicios.
El trabajo empieza en casa
Sara Caro es adiestradora y gestiona la protectora Pppeludos Jerez así que sabe bien que este problema es algo que se ha de trabajar mucho también en casa, "empezando porque no estén cerca de la mesa. Tienen que saber cuál es su espacio y cuál el vuestro a la hora de la comida", nos cuenta. Lo primero es que hayan aprendido el concepto de "quieto" y que no se muevan cuando te vayas y dejes la comida desatendida en la mesa.
Si obedecen la orden, ahí es cuando se le recompensa ya sea con una chuche, un juguete, una caricia… Otro truco que le gusta poner en práctica a Caro, y que nos cuenta que viene muy bien para que no cojan comida y aprendan a controlarse, es hacer esto mismo pero con su comida en el comedero.
Una vez superado este paso, viene dejar comida en el suelo. Nos explica que, de nuevo, lo haremos empezando con el "quieto" y lo repetiremos hasta que no tengamos que decirselo, pues con el tiempo sabrá que no tiene que tocar lo que se caiga al suelo.
Por último, trasladaremos a la calle el mismo proceso. Tiramos algo de comida (pan, por ejemplo) y pasamos por al lado. Si vemos que gira la cabeza, le decimos el "no" y seguimos hacia delante. Eso sí, es importante no gritarle al perro, "tiene que ser un no firme y seco", asegura la experta. Además, no hace falta decirlo muchas veces y, en la calle, suele funcionar mejor el refuerzo positivo con juegos. Aunque ya sabemos que cada perro es un mundo.
Nada de ceder cuando estamos comiendo y vienen a pedirnos
Los resultados, nos advierte la experta, no se verán de un día para otro. Requiere tiempo y mucho esfuerzo constante y diario en relación a todas las interacciones con nuestro animal en las que haya comida de por medio. Del mismo modo, cuando estemos comiendo nosotros y vengan a pedirnos un trozo, es importante no ceder a sus ojitos de cachorro. "En todo caso, si queremos darles de nuestra comida, que sea cuando ya hayamos terminado de comer y lejos de la mesa", recomienda Caro.
También nos advierte de que los perros que tienen tendencia a coger comida de la calle, es posible que alguna vez sigan haciéndolo, "por lo que es importante ser constante cada día e incluso seguir con los refuerzos positivos aunque lleven un tiempo sin coger nada".
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