Quedan dos semanas para que llegue una fecha que el feminismo mundial tiene marcada en rojo en su calendario. 8 de marzo. Día Internacional de la Mujer. Y, este año 2018, también el día elegido para la huelga de mujeres que pretende que pare la mitad de la población del planeta para demostrar que «si nosotras paramos, se para el mundo». Una huelga que no se limitará a lo laboral, sino que trascenderá a los ámbitos estudiantil, de consumo y de cuidados.
Muchos nos preguntamos si en España tendrá éxito esta huelga, que tuvo un tímido antecedente el año pasado, pero para la que se ha puesto mucha más carne en el asador este año. Si muchas mujeres se adherirán los paros totales (que apoyan Podemos, Izquierda Unida, GCT, CNT, Confederación Intersindical y los sindicatos gallegos) o parciales de dos horas (respaldados por PSOE, CCOO, UGT y los sindicatos vascos), convocados por más de cien asociaciones feministas. Así que hemos hablado con dos mujeres que ya han tomado su decisión para que nos expliquen sus argumentos.
¿Qué reivindica la huelga del 8 de marzo?
El argumentario de la Comisión 8 de marzo consta de 23 páginas, nada más y nada menos. En ellas, se puede encontrar respuesta a la razón y la finalidad de esta huelga, en cuatro ámbitos concretos: violencias, cuerpos, fronteras y economía, además de explicar los diferentes tipos de huelgas propuestas para ese día.
Si, además, alguna persona interesada en hacer huelga tiene dudas puramente legales sobre cómo puede eso afectar a su situación laboral, la CNT ha publicado un documento explicativo sobre qué derechos asisten a un trabajador en una huelga como esta.
Con todos los datos encima de la mesa, hemos dejado que sean dos mujeres las que hablen. Dos mujeres que se definen a sí mismas como feministas. Dos mujeres con su decisión muy clara sobre qué hacer el próximo 8 de marzo. María C., de treinta y ocho años, técnico comercial en una empresa del campo farmacéutico, no hará huelga. Elena R., de treinta y tres, responsable de formación en una empresa de telecomunicaciones, sí. Estos son sus porqués.
Violencias machistas
Las diferentes violencias machistas son el primer punto que se trata en el manifiesto. Los feminicidios, las violaciones, el acoso sexual, pero también la violencia por parte de las instituciones del Estado. Y también es este el primer punto en el que difieren María y Elena.
En contra: «Creo que el mayor problema que tengo con el manifiesto es que tengo la sensación de que se pasa. Por descontado que estoy en contra de la violencia machista, de los asesinatos, las violaciones... Solo faltaría. Pero no creo que, por ejemplo, el poder judicial o el sistema sanitario sean enemigos de las mujeres, como se indica en el manifiesto», nos cuenta María.
A favor: Elena, por el contrario, prefiere tener una visión más global del asunto: «Yo sí creo que hay muchos factores del poder judicial o el sistema sanitario que nos afectan a todas, pero, independientemente de eso, es el global de las violencias lo que me hace apoyar esta sección del manifiesto. ¿Nuestra sociedad tiene un problema muy serio con los asesinatos machistas, el maltrato, las violaciones, el acoso sexual, etc.? Creo que la respuesta es un sí rotundo. Y esa es mi única razón».
Cuerpos
Bajo este apartado, la comisión recoge todas las reivindicaciones relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos. Y también aquí discrepan Elena y María. Mientras que la primera nos dice que su único comentario sobre este apartado es «amén», María no lo ve tan claro.
En contra: «Estoy a favor de casi todas las reivindicaciones, incluso de la del aborto, que puede ser polémica y me daría pena que dejara fuera a una parte del feminismo que lo rechaza. Pero no entiendo el tono de atribuirle comportamientos machistas, literalmente, a nuestros amigos, padres o hermanos. Creo que pone a quien está dudando a la defensiva, porque muchas mujeres tenemos la suerte de estar rodeadas de hombres buenos y no nos gusta esa imagen que se da del hombre en general».
Fronteras
En este punto es donde encontramos la mayor confrontación entre las dos mujeres con las que hablamos. Esta sección del manifiesto habla de racismo, de xenofobia, de islamofobia, de Centros de Internamiento para Extranjeros y de movilidad humana.
En contra: «Es que no sé qué tiene todo esto que ver con el feminismo. Es decir, sí hay reivindicaciones justas dentro de este punto, por supuesto, pero creo que, o faltan algunas, o están mal explicadas. Me parece un poco fuerte que se hable de islamofobia y no de la situación que viven las mujeres en los países árabes, sinceramente. Y que se reclame el fin de los CIEs, las devoluciones en caliente o la criminalización de los inmigrantes me parecen reivindicaciones justas, pero que poco tienen que ver con lo que se pretende reivindicar con una huelga de mujeres».
A favor: «Creo que son reivindicaciones que llaman a la reflexión. Que la lucha feminista no se puede quedar en pedir derechos para las mujeres blancas, occidentales y heterosexuales, aunque es cierto que incidir mucho en este punto puede hacer que gente que le ve demasiada carga política al manifiesto se eche atrás en la huelga», reconoce Elena.
Economía
Fueron precisamente las reivindicaciones señaladas en este apartado las que han levantado más controversia. Por ejemplo, cuando a Inés Arrimadas se le preguntó por la huelga, respondió que no compartían algunas de sus reivindicaciones, como la oposición al capitalismo.
En contra: «Es que no tiene pies ni cabeza, en mi opinión. Creo que, aunque tengamos mucho que agradecer a los movimientos feministas pasados, siempre pecaron de sectarios, de limitar a las personas que pueden formar parte de ellos. ¿Es que una mujer no puede creer en el sistema capitalista y ser feminista? ¿Es que los recortes en educación o sanidad solo nos afectan a las mujeres? Como en el punto anterior, para mí, esa es otra reivindicación, otra huelga», afirma María, que confiesa que este punto fue para ella el determinante en su decisión de no secundar la huelga.
A favor: «Yo creo que en todas las situaciones de desigualdad entre seres humanos, las mujeres la sufrimos de una forma más aguda. Por eso entiendo este punto, que, además, no se queda solo en ese detalle sobre el capitalismo. Habla de la desigualdad en el reparto de las tareas domésticas, de brecha salarial, de las trabajadoras del hogar... Puedo no coincidir al 100% en todo lo que dice el manifiesto, pero esas reivindicaciones hablan de los pilares básicos de la desigualdad», discrepa Elena.
Los diferentes tipos de huelga
El manifiesto termina exponiendo los diferentes tipos de huelga que se proponen para el próximo día 8. La huelga de cuidados, laboral, de consumo y estudiantil. También sobre ella tienen mucho que decir María y Elena.
En contra: «Me parece casi una tomadura de pelo que una comisión determine si el jueves 8 de marzo de 2018 yo puedo coger el coche o no, comprarme ropa o no. Creo que las mujeres hemos tenido que remar mucho para tener la libertad de comprarnos lo que nos dé la gana o hacer lo que nos dé la gana para que ahora venga una huelga a impedírnoslo», dice María.
A favor: «Es que entonces no estamos discutiendo la huelga feminista, sino el propio concepto de huelga», opina Elena. «También cuando hay una huelga general, por ejemplo, se puede decir que podemos ir a trabajar si nos da la gana, pero si todo el mundo lo hace, entonces, no es una huelga, independientemente de cuál sea la reivindicación. Lo que aquí se propone es visibilizar todos los campos en los que la ausencia de mujeres supondría un descalabro para el funcionamiento de la vida, para que se tome conciencia de las problemáticas que sufrimos a diario».
En contra: También sobre la huelga de cuidados hay debate. «No es mi caso», reconoce María, «pero ¿qué le digo yo a una mujer que tiene que recoger a sus hijos del colegio? ¿Que no lo haga? Porque así todas saldremos ganando. Aunque creyera que ese es el método adecuado, en la práctica, ¿cómo lo hacemos? ¿Dejamos a unos niños de cinco años abandonados a la puerta de la escuela porque su madre no va a venir a por ellos porque está en huelga?».
A favor: «No», le responde Elena. «Y si es una madre soltera, no creo que tenga otro remedio que renunciar a la huelga de cuidados. Pero la mayoría de mujeres no son madres solteras y sí las responsables mayoritarias del cuidado de los hijos. Si la madre de esos niños de cinco años hace huelga, su padre tendrá que pedir salir antes del trabajo, contratar a alguien o mover Roma con Santiago para conciliar, que es básicamente algo que la madre no habrá tenido que hacer un día excepcional, sino todos los de su vida».
La decisión, inamovible
El debate ha sido enriquecedor, reconocen ambas, pero sus decisiones no han variado. María sigue convencida de no secundarla, Elena de sí hacerlo. Y nos dan su conclusión, la suya propia, insisten, sin pretender convencer a nadie ni creerse en posesión de la razón absoluta.
En contra: «No, no he cambiado de idea», reconoce María, entre risas, «yo quiero hacer una huelga con la que esté de acuerdo, si no al 100%, sí al menos en la mayoría de aspectos. Cinco o diez puntos: lucha contra la brecha salarial, la violencia machista, el acoso sexual, etc. Creo que sería la manera de que más gente se uniera a la huelga, aunque, evidentemente, las mujeres seguimos siendo el eslabón débil de la cadena laboral y faltar al trabajo podría implicar represalias».
A favor: «Yo creo que el germen del apoyo o no a la huelga de mujeres está en el apoyo o no al derecho a huelga, en general. No creo que los argumentos de María, ni la mayoría de los que escucho en contra de la huelga, tengan tanto que ver con el argumentario como con el hecho de que, en España, todavía nos cuesta ver las huelgas como una forma legítima de reivindicación. Por supuesto que, como decía antes, no estoy de acuerdo con todos y cada uno de los puntos del argumentario, como tampoco lo estamos ninguno con todos los de un programa político cuando vamos a votar en unas elecciones. Yo paro por el concepto global de que las mujeres paremos para reivindicar igualdad, no porque me obligue un sindicato, una comisión o un manifiesto».
Imágenes | Gtresonline, Comisión 8 Marzo.
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