"¡Qué mona está!", comentario de la vecina. "Pero si parece una mujercita...", dice su abuelo. "Mira qué mayor pareces y qué guapa estás", más suspiros. Estas son algunas de las frases que podemos escuchar el primer día de clase en la puerta de cualquier colegio, cuando las más pequeñitas, niñas en algunos casos de tan sólo tres años, acuden a clase estrenando el uniforme que llevarán durante mucho tiempo.
Sí, efectivamente, parecen mujercitas. Esas faldas en miniatura tienen muchas fans. Pero siempre nos habíamos fijado en la parte estética y nunca en la realmente práctica. No nos habíamos fijado en que obligar a las niñas a llevar a falda desde pequeñas tiene también otras consecuencias y de hecho, para muchas Asociaciones y colectivos de toda España obligar a llevar esa falda en los uniformes escolares supone una práctica discriminatoria.
¿Realmente discrimina el uniforme a las niñas desde que son muy pequeñas? ¿Son un impedimento para que su actividad física sea diferente a la de sus compañeros? Consultamos a un grupo de expertos para analizar esta diferencia entre niños y niñas desde tan pequeños y llegar a una conclusión.
Hacer el pino. Correr. La voltereta lateral. Llevar falda es “un rollo”, como dicen las niñas, cuando quieres hacer alguna de estas cosas a la hora del recreo.
Una prenda de vestir que marca la diferencia entre sexos desde bien pequeños. Y que por ley no se puede imponer. Por no mencionar que la misma Ley de Educación habla de educar en igualdad. Pero, ¿al imponer una prenda de vestir distinta para cada sexo no estamos haciendo lo contrario?
El rol de las faldas en los uniformes escolares
Los uniformes siguen perpetuando los dos roles de género: las niñas pueden llevar falda o pichi y los niños, pantalón. Y da la impresión de que en la mayoría de centros privados y concertados no se han planteado en si esa diferencia constituye una discriminación o establece diferencias.
Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, formador y autor del blog de reflexión educativa El Blog de Salvaroj cree que es un anacronismo consecuencia de una tradición con la que cuesta romper: "la identificación de ciertas características en la forma de vestir, de tratar a las personas de manera diferente según el género, del papel social que les otorgamos y las expectativas que creamos en función de si se trata de un hombre o una mujer están muy arraigadas en nuestra sociedad y son muy difíciles de superar".
Nuestra otra experta consultada, Beatriz Gómez Alsar, psicóloga general sanitario, opina que por una cuestión tradicional: "imponer la falda en el uniforme de las niñas también es algo que se hace por una cuestión tradicional",continua, *“desde una mirada personal yo siempre fui a colegio publico y nunca llevé uniforme (pero me hubiera encantado llevar esas falditas de cuadros con vuelo que llevaban mis vecinas en lugar de los pantalones de pana que me ponía mi madre que me daban “dentera”.)
El “pero” de las faldas
Un estudio realizado en Australia en el año 2012 entre alumnas de diez años de edad llegó a la conclusión de que las niñas hacían menos ejercicio cuando llevaban uniforme que cuando llevaban pantalones cortos. La conclusión es que al verse más femeninas y atractivas no tienen tantas ganas de hacer ejercicio físico.
Y otro estudio realizado en el mismo país un año antes llegó a la conclusión de que las mujeres hacían menos deporte que los hombres . ¿Las razones? Entre ellas, ser juzgadas o ridiculizadas, parecer menos femeninas o atractivas debido a la imagen que se tiene de las chicas activas y deportistas, más masculinas.
Pero según una docena de asociaciones feministas la falda no sólo invita a sentirse más femenina y a hacer menos deporte, con los beneficios que se pierden por el camino. También condiciona la libertad de movimientos de las niñas y está relacionada con el abandono de los juegos durante los recreos.
Estas mismas asociaciones consideran que la falda en los uniformes escolares mantienen vivos los roles de género y transmiten a las niñas el mensaje de que su género les limita.
Y además insisten en que el Tribunal Supremo ya determinó en el año 2011 que no se puede obligar a llevar falda en el ámbito de trabajo. Que los hombres pueden elegir pantalón y las mujeres no puedan hacerlo es una discriminación por sexo que incumple el artículo 14 de la Constitución Española.
Pero ¿realmente esta distinción entre niños y niñas afecta de alguna manera a la forma que son tratados?
"Sin duda", contesta Salvador, "solo hay que analizar el comportamiento inconsciente de la mayoría de los docentes en el aula para darnos cuenta de que se comportan y crean expectativas diferentes en función del género de sus alumnos".
Nuestra otra experta consultada, Beatriz Gómez Alsar, opina de otra manera cuando le preguntamos sobre las repercusiones de llevar falda: "seguramente por lo que te voy a decir ahora se me echen encima muchas personas (mujeres pero seguramente también hombres), no creo en mi humilde opinión, que sea traumático ni tenga repercusiones en las niñas o niños el hecho de vestir un uniforme con falda o pantalón."
Para esta profesional la diferencia realmente está en "la forma en la que son tratados. Va a depender de quién les trate, cada profesor o profesora y cada chico, cada persona en general tiene una forma de ser e interactuar con los demás. En consecuencia, va a depender de qué tipo de persona sea, con qué actitudes, ideas o pensamientos se les relacione... o de cuales sean sus expectativas, distorsiones cognitivas o estilo de pensamiento."
"Creo que a los chicos hoy en día les afectan otras muchas cuestiones de la sociedad en la que incluyo a padres, madres, profesores, personajes públicos, centros escolares, medios de comunicación, etc…, tecnologías, redes sociales y actitudes de todos (pero este es otro debate mucho más complejo, incluso otros muchos debates)", explica.
Para Salvador Rodríguez Ojeda que se obligue a llevar falda sí tiene repercusiones de algún tipo: "el hecho de repetir clichés en la diferencia entre géneros ayuda al mantenimiento de las diferencias. Mi propuesta sería que, en caso de utilizar uniformes escolares, se permita la opción de que las niñas puedan elegir entre el uso de falda o pantalón, por ejemplo."
"En debate actual sobre el papel de la mujer, el respeto, la igualdad en oportunidades y trato, se puede valorar y abarcar desde muchas perspectivas, se debe abordar y seguir luchando desde muchos lugares y posiblemente este debate pueda que formar parte de ellos, como una diferencia más, no necesaria en este siglo," apunta Beatriz.
¿Es el uniforme único la solución?
Si partimos del hecho de que llevar falda impide a las niñas moverse con la misma libertad y hacer las mismas cosas que sus compañeros, es necesario poner medidas para que eso no vuelva a suceder.
Especialmente, ahora que sabemos lo importante que es la actividad física, no sólo relacionada con la salud de estas futuras mujeres, sino porque también está demostrado que ayuda a obtener mejores resultados académicos, previene problemas como la drogadicción y el alcoholismo y enseña valores importantes como trabajar en equipo y la responsabilidad.
Todas estas son cosas que se podrían conseguir haciendo costosas campañas de publicidad y trabajando directamente con los centros educativos, pero un simple cambio como no obligar a las niñas a llevar falda, tendría un gran impacto a un menor coste.
Por esas mismas razones, con el título ¿Falda o pantalón escolar? Una historia de discriminación que no cesa más de 20 asociaciones feministas han denunciado la falda de los uniformes escolares como sexistas, ya que limita que las niñas jueguen o se muevan igual que los niños y piden a los centros que dejen a cada alumna decidir si la lleva o no.
En definitiva, se trata de educar a los niños en plena igualdad, explican, y darles una libertad que sea elegida por ellos mismos, con la enseñanza además de que hombres y mujeres son iguales, sin que haya roles asignados desde tan pequeños.
Cada vez es más frecuente que en centros educativos dejen a las niñas la libertad para elegir su pieza favorita del uniforme: si quieren llevar falda, pantalón, o alternar ambas prendas según el día. Algo que por ejemplo se está haciendo en Gran Bretaña, un país con mucha tradición de uniforme, desde hace años. Y cada vez se encuentran más centros en España que permiten a las niñas poder elegir porque el debate se reabre una y otra vez.
En la mayoría de los colegios concertados de nuestro país se impone el uso de uniforme. Hace unos años, hasta el 60% de los mismos obligaba a sus alumnas a llevar falda. Una obligación que ha ido cambiando con el paso de los años, aunque los centros que dejan libertad declaran que hasta un 90% de sus alumnas se decantan por la falda. Al menos, tienen la oportunidad de elegir.
¿Y si les dejamos elegir también a ellos?
El gobierno británico puso en marcha una campaña por la igualdad encabeza por la organización contra la homofobia Educate & Celebrate y un colegio del país fue pionero en aplicar una medida revolucionaria: un uniforme único para todos los alumnos que cuenta con pantalones, faldas y corbata, para que cada alumno a partir de los cinco años pudiera elegir las piezas según su antojo. Una forma de que desde pequeños trabajen su propia identidad.
Aquí, en España, la Asociación de Familias de menores transexuales Chrysallis, ha elaborado un listado de centros trans-friendly, centros en los que se abordan de forma positiva este tipo de procesos de tránsito social.
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