Si estás esperando a que te rompan el corazón o a que empiece un nuevo año para apuntarte al gimnasio, Harvard tiene algo que decirte al respecto que podría hacerte cambiar de planes. Y es que un estudio, publicado en la revista médica de la prestigiosa universidad estadounidense, revela cual es el ejercicio más beneficioso, tanto para el cuerpo como para la mente. Y, probablemente, no sea ninguno de los que se te estén pasando por la cabeza.
Se trata del taichí, que se diferencia de otros ejercicios en que los movimientos suelen ser circulares y nunca forzados. De este modo, los músculos están relajados en lugar de tensos, las articulaciones no están completamente extendidas ni dobladas y los tejidos conectivos no están estirados.
Además, se trata de una actividad que se puede adaptar fácilmente a cualquier persona y que puede ayudar a mantener su fuerza, flexibilidad y equilibrio en óptimas condiciones. Todo ello lo convierte, según Harvard, en la actividad física perfecta para realizar el resto de nuestra vida.
De hecho, los investigadores trabajan para que dicha modalidad se considere complemento del tratamiento médico estándar en la prevención y rehabilitación de afecciones comúnmente asociadas a la edad.
No obstante, los mencionados no son sus únicos beneficios. Hasta ahora hemos hablado de lo físico pero el taichí es la combinación perfecta para hacer deporte y meditar. De este modo, practicarlo permite reducir el estrés y la ansiedad.
Ayuda también a controlar el asma con las respiraciones profundas que se realizan durante los movimientos, alivia el insomnio, las migrañas y los dolores musculares y potencia la memoria. Además, no se necesita equipamiento ni un lugar específico para realizarlo.
No es de extrañar que el taichí suela describirse como “meditación en movimiento”. Se realiza sin detenerse y a cámara lenta y tiene bajo impacto. Consiste en una serie de movimientos con nombres de acciones de animales como “la grulla blanca extiende sus alas” y movimientos de artes marciales. Todo ello acompañado de respiración profunda y poniendo la atención en las sensaciones corporales.
A la hora de practicarlo, hay dos modalidades fundamentales: el estilo Yang y el estilo Chen. En el primero predominan los movimientos largos, suaves y en los que no provoquen una alteración del ritmo de respiraciones o de la fuerza que se ejerce. En el segundo, sin embargo, se pasa de 0 a 100 en un solo movimiento, lo que lo hace más complicado. En cualquier caso, se sigue tratando de ejercicios relativamente moderados.
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