El Ballet de San Francisco (SFB por sus siglas en inglés) es la compañía profesional de esta disciplina más antigua de Estados Unidos. Fundada en 1933, es la tercera compañía de los Estados Unidos más importante (solo superada por el American Ballet Theatre y el New York City Ballet). Además, ahora, al final de esta temporada de 2022, tendrá una directora por primera vez en su historia. La bailarina española Tamara Rojo será la primera mujer en ocupar este cargo.
Nacida en Montreal hace 47 años y formada en Madrid (donde sus padres se mudaron cuando ella contaba con cuatro meses de edad), es responsable actualmente de la la dirección del English National Ballet de Londres. Compañía a la que llegó sin experiencia directiva pero avalada por el prestigio de haber sido primera bailarina, tanto en la ENB como en el Royal Ballet de Londres.
En su labor al frente de la English National Ballet ha destacado por compaginar el repertorio tradicional con el de coreógrafos más actuales y por impulsar el papel de las mujeres coreógrafas. Además de poner en valor el papel de la escuela asociada a la compañía como cantera. Este último punto podría haber sido decisivo para su elección ya que el SFB tiene una prestigiosa escuela asociada.
Rojo aún tiene pendientes para este año varios estrenos con el ENB, incluyendo Raymonda, ballet concebido por ella misma. No obstante, no sustituirá al danés Helgi Tomasson hasta el final de esta temporada, que tendrá lugar en torno al mes de junio. El actual director, de 79 años, ha ocupado el cargo durante los últimos 37 años. Se trata de una de las estadías más largas en un puesto directivo de estas características en el ámbito del ballet contemporáneo internacional.
La bailarina española ha sido nombrada nueva directora por la vía reglamentaria del buró de benefactores y administradores y su contrato no establece una duración determinada, así que se consideraría indefinido. Antes de lograr estos hitos históricos de convertirse en la primera mujer al frente del SFB y en la primera española en asumir la dirección de un ballet de primera línea en Estados Unidos, ganó en 2005 el Premio Príncipe de Asturias junto a Maya Plisetskaya. Otros premios en su palmarés son el Positano en 2004 y el Benois en 2008.
Según sus primeras declaraciones tras saltar la noticia, espera "contribuir al espíritu innovador de la compañía" y "llegar a la audiencia más amplia posible, así como reevaluar por el camino con sus compañeros "cómo puede y debe ser el futuro del ballet".
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