El tema de los complementos en el los hombres en un aspecto muy delicado, ya que en la mayoría de los casos se prescinde de él a la primera de cambio, se olvida uno o por simple dejadez. La verdad es que en cierto modo es complicado porque ¿dónde se sitúa el límite en un hombre a la hora de elegir el número de complementos de este tipo?
A pocos hombres se les ve con collares, mi propia compañera, Mosky lo comentó en su día al hablar de ellos. Los collares son díficiles de encajar con según que looks y sobre todo, según que momentos. No todos valen, nada de medallitas, nada de rosarios ni similares. Los oros, por la ventana.
En cuestión de pulseras la libertad es más amplia, aquí hay más campo por explorar y las combinaciones son mayores. Los hay de muy diversos tipos, incluso con forma de esposa como comentó Dani en su día, pero tampoco hay que pasarse, no hay que optar por tapar todo nuestro antebrazo con ellas.
Después llegan los pendientes y con ellos el conflicto por definirse según qué modas. Está la elección del coco en sus distintas versiones (normal, en forma de cuerno…) que da un aíre más desenfadado, los mínimos aros pequeños que por suerte se ven cada vez menos y se asocian a cierta idea macarra, y así hasta llegar a los temidos pendientes de diamantes, los que los hip-hoperos suelen lucir siguiendo al ídolo de turno o cualquier seguidor de la tendencia de Beckham imita. En este último punto llega la peor elección de todas. Al no poderse costear nadie semejante lujo, se optan por pendientes horribles que no pegan con nada y que sólo afean el resto del conjunto convirtiendo al portador en un hortera.
Por último, aunque podriamos seguir añadiendo categorías, estarían los anillos. En este punto volvemos a situarnos al mismo nivel que el de los pendientes. Se ha visto en los últimos años cómo se ha explotado este tipo de complemento para que cada público tenga el suyo con el que se siente más identificado. Por lo que volvemos a ver los de coco, los de plata más minimalistas, después llegan los de plata más gordos y con figuras tribales y similares, nada recomendados para vestir, y muy de lejos: los oros. Un anillo muy grande con el diseño de turno y todo ello de oro no es símbolo de buen gusto, más bien es de lo contrario. Hay que intentar hacer lo mismo que con los collares: por la ventana.
Las opciones como ven son muchas, desde ponerse un complemento de cada a optar por ninguno. En mi caso prefiero esta opción, optando por un bonito reloj como mejor baza que cualquier conjunto de pulseras o anillos varios que al final sobrecargan un estilo. Lo mejor es lucir cuanto menos posible, una o dos pulseras de cuero o selectos diseños de plata son un acierto seguro según que looks. En cuestión de anillos con mucha moderación, al igual que los pendientes, sólo aptos para quien estén muy convencidos. Y en cuestión de collares todo depende de qué optemos a la hora de vestir. Una camiseta pegará al igual que algunos jerseys, pero es muy difícil la elección.
Foto | Maison Martin Margiela
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