En menos de un mes comenzará la 67 edición del Festival de Cine de Venecia, uno de los eventos mágicos del cine. No sólo por lo que representa, sino por el lugar donde se celebra. El Festival de Cine tendrá este año al camaleónico director, guionista y actor estadounidense Quentin Tarantino, quien será el encargado de entregar el León de Oro.
Entre los eventos que no podemos perdernos, si tenemos la suerte de pasar esos días en Venecia es la entrega a John Woo del León de Oro honorífico. Aunque dado que comparte fecha con la Bienal de Arte, habrá más de una exposición y conferencia y pase de película imprescindible.
Un poco de historia
El festival de Venecia es un festival de categoría “A” acreditado por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (FIAPF) junto con los festivales de Berlín, Cannes o San Sebastián entre muchos otros.
La sede principal del Festival se encuentra en el Palazzo del Cinema, donde se presentan las películas a competición. En su interior se encuentran la “Sala Grande”, con capacidad para 1078 personas, y la “Sala Volpi”, con capacidad para 171 personas. Otras localizaciones del Festival son el Palazzo del Casinò, donde se encuentra la “Sala Perla” con capacidad para 450 personas; el Palagalileo, con capacidad para 1299 personas, y que suele ser usado para los pases de películas para la prensa; el Palabiennale, que es el recinto con mayor capacidad (1700 localidades) y que se monta exclusivamente para el Festival, y la Sala Astra, que está reservada para visitantes acreditados y con capacidad para 225 personas.
Su origen
Fue el 6 de agosto de 1932 cuando tuvo lugar la Primera Exposición internacional de Arte Cinematográfico, bajo la dirección de Luciano De Feo, (antiguo secretario general del instituto internacional de cine educativo). El Festival se situó en la terraza del Hotel Excelsior en la isla del Lido de Venecia.
Fue en 1934 cuando llegó la competición. Contó con la participación de 19 naciones y más de 300 periodistas acreditados. En 1935 la muestra pasó a ser anual, creciendo el número de participantes y de países, aunque desde esa edición hasta la postguerra, no pudieron participar películas soviéticas.
En 1938 fue el momento en que más se hicieron notar las presiones políticas. Venció Olympia de Leni Riefenshtal, un clásico de la historia del cine y la propaganda. Cuántas vences habré tenido que analizar esta película en mis clases de periodismo.
La expansión
El Festival volvió a ponerse en marcha en 1946, en el cine San Marco, ya que el Palacio del Cine estaba ocupado por los aliados. La Segunda Guerra Mundial afectó duramente al Festival. En la edición de 1947se logró un récord de público con 90.000 asistentes, destacando el retorno de la URSS y de las nuevas democracias como participantes del Festival. En 1949 el festival regresó definitivamente al Palacio del Cine, y se instauró el premio “Leoni di San Marco” para el mejor film.
En los años '50, el Festival conoció un periodo de expansión internacional, gracias a la participación del cine japonés y el cine hindú. En los años '60 la muestra continuó ampliándose, basándose en el proyecto de “respiro internacional” que se había llevado a cabo tras la guerra.
La edición de 1960 fue la más criticada de todas, al sufrir Visconti otra derrota con una obra maestra extraordinaria como Rocco y sus hermanos, en detrimento de un anónimo film del francés André Cayatte.
Por otro lado, a principios de los '60, el festival se convirtió en el escaparate de una verdadera renovación en el mundo del cine. En los años '70, el Festival dejó de tener carácter competitivo, y se introdujeron nuevas secciones. John Ford en 1971 y Charles Chaplin en 1972 recibieron los primeros premios en reconocimiento a su carrera cinematográfica que otorgó la Muestra.
Carlo Lizzani, director de la Muestra desde 1979 hasta 1982, llevó a cabo la difícil tarea de restituir al Festival el prestigio perdido durante la década anterior. Para ello, intensificó la presencia de retrospectivas, dedicadas a autores y movimientos importantes, e introdujo nuevas secciones como “Officina” dedicada a la búsqueda de nuevas visiones, o “Mezzogiorno-Mezzanote” que incluía filmes espectaculares como, En Busca del Arca Perdida en 1981 o E.T. en 1982, de Steven Spielberg.
Además, el Festival volvió a tener carácter competitivo, y rompió la larga pausa anterior, entregando un doble León de Oro, ex aequo, a Louis Malle por Atlantic City y a John Cassavetes por Gloria. En 1981 Margarethe Von Trotta se convirtió en la primera ganadora del León de Oro por Las hermanas alemanas. En 1983 asumió la dirección del Festival Gian Luigi Rondi, que asentó las bases para una mejor organización, institucionalizando las secciones y formando un jurado internacional compuesto únicamente por autores.
Los años '90 se estrenaron con una nueva polémica, el jurado, al igual que en los años '50, ignoró la opinión del público, asignando el León de Oro a Tom Stoppard por Rosencrantz y Guildenstern han muerto, en lugar de entregárselo a Jane Campion, como todos esperaban.
El cine oriental se reafirmó como una verdadera potencia en el mercado mundial. En este periodo se inauguró también la sección “Finestra sulle immagini”, una especie de laboratorio sobre cortos, medios y largometrajes, siempre encaminados hacia la vanguardia y la experimentación.
Alberto Barbera fue el director del Festival del 1999 al 2001, creando en este último año la sección competitiva Cine del Presente. Junto al León de Oro, apareció un nuevo premio, el León del Año, pensado para dar más oportunidades a las operas primas y los filmes más alternativos.
El evento más destacado en 1999 fue la première, póstuma, de la última obra de Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut. Una presentación que atrajo a miles de espectadores movidos por la presencia de la pareja Nicole Kidman y Tom Cruise. El León de Oro, durante estos tres años, se entregó a obras procedentes de la escuela del cine oriental. Como evento especial, y en homenaje a las víctimas de la tragedia ocurrida en las Torres Gemelas, se presentó 11-09-01 11 de septiembre, un film colectivo.
La edición del 2003 la inauguró Woody Allen que, aunque gran amante del Festival, con Todo lo demás, estrenaba película por primera vez. La Mostra no perdió su carácter innovador y diverso, añadiendo incluso una sección especial para obras producidas con técnicas digitales, y no soló las películas dieron que hablar, para muchos cineastas norteamericanos fue una buena oportunidad para desarrollar su faceta polítca.
De sobra es conocido que la parte visual es fundamental, y Venecia cuida a sus estrellas internacionales con llegadas en góndolas preciosas, romanticismo en cada imagen, paisajes de postales. ¿Puede haber algo más chic que las paradas fotográficas en la alfombra roja de las increíbles fiestas exclusivas?
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