Hoy nos toca hablar de otra firma importante en el mundo del automovilismo, ligada, desde siempre al lujo, la velocidad y el diseño. Se trata de Ferrari, que si bien no tiene la misma edad que Rolls-Royce, de la que os hablamos hace unos días, también tiene una gran historia, tanto en el mundo de la competición como en el mundo del diseño de automóviles.
La marca fue fundada en 1929, por Enzo Ferrari, con el nombre de Scuderia Ferrari, ya entonces fabricaban automóviles de competición, y no fue hasta casi 20 años después (en 1947) cuando empezaron a fabricar también automóviles de lujo para consumo, en serie, tipo deportivos.
Probablemente esa nunca fue la idea de su fundador, que patrocinaba a pilotos aficionados que competían con Alfa Romeo. Pero su éxito fue tal que la marca lo contrató como jefe del departamento de carreras.
Él aceptó, pero cuando se dio cuenta que Alfa Romeo pensaba absorber su compañía lo dejó y construyó el primer coche Ferrari, el Tipo 815, que corrió muy poco debido a la Segunda Guerra Mundial durante la cual la empresa fue destruida. Se reconstruyó más tarde, en 1946.
Después de esto al llegar 1947, empezaron como os dije antes a producir coches en serie, a Enzo no le gustaba la idea, pero había que financiar la Scuderia. De hecho se dice que les tenía una especie de manía, pensaba que compraban sus coches por el prestigio que suponía y no por la calidad del mismo, pero claro, esto sólo es un rumor.
El primer Ferrari que salió a la calle, fue el 125 S, con un motor V12 de 1,5 litros, un coche que rápidamente ganó reputación, gracias a la calidad de su diseño y también de su motor. Lo que ha hecho que durante la historia de la marca hayan salido muchos modelos más e incluso ediciones limitadas de muchos de ellos.
Enzo Ferrari murió en 1988, cuando tenía 90 años, y hasta entonces retuvo el control de la compañía, a pesar de que el Grupo Fiat ya había entrado dentro del grupo de accionistas.
Hoy por hoy es precisamente Fiat la que posee el 90% de las acciones, y sólo un 5% siguen en manos de la familia, concretamente en manos del hijo de Enzo, Piero Ferrari.
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