La primera vez que vi un Tápies fue hace muchos años, en el recibidor de casa de una compañera de colegio, yo era una niña que vestía uniforme azul marino y él era enorme y tenía tonos grises, frente a un colorido Romero de Torres. ¡Increible recibimiento!
El brutal contraste entre ambos artistas, conseguía que no pudieras pasar del hall, el abigarramiento de flores, rojos y morenaza del pintor cordobés,se compenetraba asombrosamente con la sencillez del cuadro gris del artista catalán.
Anoche, la noticia del fallecimiento, no inesperado, del gran artista barcelonés, abría los telediarios y no pensé en la cantidad de veces que vi sus obras en museos y exposiciones nacionales e internacionales, sino en aquella primera vez en Chamartín.
No voy a hablar de su biografía de todos conocida, por ser el artista español contemporáneo con el que todos hemos crecido, simplemente hacer un pequeño homenaje a quien dio todo por su arte y "nos dio" su arte.
Ya no puedo ir a casa de los padres de mi amiga, sería un poco raro, así que llevaré a mis hijos éste fin de semana al Reina Sofía para recordar el torrente de sentimientos que me produjo el descubrimiento de Antoni Tápies.
La Fundació Antoni Tàpies estaba preparando una retrospectiva sobre su obra. “En señal de luto”, el edificio que alberga un conjunto de 2.300 pinturas y esculturas y 3.100 dibujos, grabados y litografías de los fondos personales del artista, durante dos días, hoy y mañana, tendrá jornada de puertas abiertas. Descanse en paz.
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