Que la moda trasciende de lo frívolo, nos lo confirma mes tras mes Vogue Italia (por cierto, ya está su portada en la encuesta de noviembre). Y no digo que sea profunda, sino que no se reduce a “esto pega con esto” o “se lleva aquello otro”. La moda puede ser un magistral ejercicio estético si aquel que la usa como herramienta tiene una visión privilegiada.
Este es el caso de Steven Meisel y del equipo editorial de la revista italiana (especialmente Marie Aurélie Sauvé, de la que ya os hablaré más adelante). Porque son de los pocos que anteponen el lado artístico al comercial y combinan con inteligencia, moda y actualidad.
Todos recordamos editoriales memorables como aquellos inspirados en la guerra de Irak, o que tocaban temas sensibles como el de la Iglesia. Y esta vez es el pánico generalizado casuado por la pandemia de la gripe A el que sirve de hipotético escenario a una sesión fotográfica tan irónica y burlesca como rezumante en aires de denuncia.
Aeropuertos colmados por medidas de seguridad extremas e individuos ataviados con uniformes que más que dar sensación de protección, ahuyentan a cualquiera, son los figurantes de esta sátira vestida de Givenchy, Lanvin o Louis Vuitton.
Rianne ten Haken se ríe de algo muy serio. Pero se ríe de la manipulación informativa, se ríe de la alarma social y se ríe del pánico incontrolado mientras nos muestra las propuestas de Otoño-Invierno 2009/2010.
Un ejercicio absurdo, provocativo y absolutamente gráfico que muchos encontrarán de mal gusto o fuera de lugar.
Unas imágenes exclusivamente abocadas a ser admiradas como admiraríamos el más exquisito de los cuadros. Sin ánimo de invitar a enseñar la ropa, que en este caso, es una merca excusa.
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