A medida que los [incendios][1] siguen causando estragos y las ciudades [se ven envueltas en humo][2], el cambio climático probablemente será un tema de conversación en la mesa durante estas Navidades.
Este tipo de discusiones pueden ser peliagudas si los miembros de la familia tienen diferentes puntos de vista. Puede que algunos no estéis de acuerdo en lo urgente que es tomar medidas contra el cambio climático, o incluso si en realidad se está produciendo.
Cuando doy clases sobre el arte de la argumentación (una competencia fundamental del pensamiento crítico), a mis alumnos les hablo sobre el concepto de "[punto en cuestión][3]": de qué trata el argumento y lo que debería ser el objetivo de una discusión racional.
Pero cuando se trata de debatir sobre temas emotivos y controvertidos como el cambio climático, es fácil perder el punto en cuestión.
¿Qué hacer en estos casos? Podemos aprender muchas cosas de la activista medioambiental sueca Greta Thunberg, a la que se le da muy bien no salirse del tema en cuestión.
Las discusiones familiares sobre política pueden ser tensas, especialmente cuando se trata de las políticas sobre el medio ambiente. Flickr
Un mensaje simple y firme
Thunberg estuvo la semana pasada en Madrid con motivo de la [COP25][4]: una cumbre mundial de países que firmaron el Acuerdo de París.
Thunberg comenzó a realizar huelgas estudiantiles en Suecia el año pasado y logró apoyos a nivel mundial. Pero en un estilo típicamente racional, Thunberg [les dijo a sus simpatizantes en Madrid][5] que las protestas "no habían conseguido nada" porque las emisiones globales seguían aumentando.
Los comunicados de Thunberg suelen enfatizar unos pocos puntos clave:
- el planeta se está calentando, nosotros somos los responsables y tenemos que arreglarlo
- la esperanza es algo bueno, pero no sirve de nada si no pasamos a la acción
- los problemas económicos son irrelevantes de cara a el colapso de los ecosistemas
- si no lo arreglamos, las generaciones futuras nos recordarán por nuestros errores
Cada vez que Greta habla, pone estos problemas sobre la mesa sin distraerse por la retórica, los argumentos testaferros, los ataques personales, la indignación o las apelaciones a los principios económicos.
Por ejemplo, en [una charla TED][6] en marzo, Thunberg respondía con una claridad poco común a aquellos que buscaban volver a poner las miras en ella:
Hay quien dice que debería ponerme a estudiar para ser una científica medioambiental y así poder "resolver la crisis climática". Sin embargo, la crisis climática ya está resuelta: ya tenemos todos los datos y las soluciones.
Observa cómo devuelve la pelota a donde pertenece: a aquellos que tienen el poder de actuar ahora mismo.
Thunberg tampoco accede a distraerse con comentarios condescendientes. Cuando se reunió con el grupo de trabajo para la crisis climática del Senado de Estados Unidos en septiembre, fue elogiada por su entusiasmo, [a lo que respondió][7]:
Por favor, ahórrense los elogios. No los queremos […] No queremos que nos inviten para decirnos cuánto inspiramos a otras personas y no hacer nada al respecto. Eso no lleva a nada.
A los que dicen que debería estar en clase en vez de manifestándose, [Thunberg responde][8]:
¿Por qué debería una persona joven tener que estudiar para su futuro cuando nadie está haciendo lo suficiente para garantizar dicho futuro? ¿Qué sentido tiene aprender hechos cuando los hechos más relevantes de los científicos son ignorados por nuestros políticos?
Thunberg dice que tiene síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista (TEA) y que describe como un "superpoder" que ["definitivamente][9] me ayudó a ser perseverante".
La ciencia ha descubierto que las personas autistas tienen más capacidad a la hora de [centrarse en algunas tareas][10], particularmente a la hora de identificar información "clave".
De vuelta a las conversaciones de sobremesa
Puede que no tengamos la capacidad natural de Thunberg de no irnos por las ramas, pero podemos aplicar estas lecciones a nuestras propias conversaciones con amigos y familiares.
Imaginemos que estoy discutiendo con un cuñado sobre las energías renovables. Puede que mi punto de vista sea que deberíamos pasarnos a las energías eólica y solar, puesto que generan menos dióxido de carbono que la quema de combustibles fósiles.
Mi cuñado podría responderme diciendo que no debería usar ningún tipo de energía. Puede que diga algo del tipo "pues deja de ir en coche" o "no enciendas la tele".
Pero las respuestas de este tipo no abordan el punto en cuestión: que las energías renovables generan menos emisiones de dióxido de carbono que los combustibles fósiles. Se trata de otra cosa: que _cualquier_ uso energético es malo, cuando en realidad no se trata de si deberíamos utilizar energía o no, sino de cómo la generamos.
Salirse del tema es un ejemplo clásico de "la falacia del hombre de paja", cuando se tergiversa el argumento y se responde desde ese punto de vista.
No irse por las ramas y asegurarse de que la conversación sea civil y productiva es algo esencial en el pensamiento crítico, algo que podemos asegurar con tácticas como:
- asegurarnos de que todo el mundo tiene claro cuál es realmente el punto en cuestión
- encauzar la conversación al punto de partida cuando empiece a desviarse o reconocer que se está hablando de otra cosa
- señalar cualquier tergiversación del punto en cuestión.
De esta forma aseguraremos la integridad de la discusión y evitaremos que degenere en un intercambio de puntos de vista ideológicos.
Si necesitas más ayuda, mis compañeros y yo hemos creado un artículo como guía para analizar la racionalidad de los argumentos que niegan el cambio climático. También te ayudará a establecer cuál es el problema en cuestión y a no desviarte del tema.
Se trata de una habilidad que merece la pena desarrollar cuando discutimos con amigos o familiares. En medio de la vorágine ideológica en torno al cambio climático en este mundo en el que todo el mundo tiene su verdad, mantener una postura racional es clave.
Autor: Peter Ellerton, The University of Queensland
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
Fotos| Gtres, TheConversation
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